Mestalla asiste a cómo se le escapan, poco a poco, al Valencia las opciones de entrar en Liga de Campeones por la vía de LaLiga. El equipo de Marcelino acabó perdiendo en casa, con gol de Charles en el tiempo de descuento, contra un organizadísimo Eibar, en un partido

protagonizado por la presión rival y la ausencia de oportunidades claras en el equipo blanquinegro, que despertó con la entrada de Carlos Soler y que solo se mantuvo vivo con los desmarques propuestos, y casi nunca vistos, de Kevin Gameiro. A falta de nueve puntos, los valencianistas pasan a depender de los hipotéticos tropiezos de esta tarde de Getafe y Sevilla. En todo caso, las sensaciones son negativos de cara a afrontar este jueves las semifinales de Liga Europa contra el Arsenal, en Londres.

Mestalla despidió a su equipo con silbidos al descanso, después de soportar una primera parte llena de dudas, bajo el dominio casi plácido del centro del campo del Eibar. Fabián Orellana, repudiado por Marcelino, era quien acaparaba el juego. En el entorno tranquilo de

Ipurua, Mendilibar ha sabido comprender el talento del mediapunta chileno, que se siente tranquilo y prestigiado. El Eibar llegaba antes a cada duelo dividido ante un Valencia que parecía agotado, tanto mental como físicamente. Los visitantes, uno de los equipos que más balones recupera en campo rival de toda la Liga, obliga a su contrincante a tomar decisiones rápidas en cada palmo de juego, y el Valencia iba falto de idea. sSe delataba en las dificultades para realizar controles, a la hora de acompañar contras o en la poca clarividencia para ver los contínuos desmarques de Kevin Gameiro. El delantero francés llegó a desesperarse, alzando los brazos, de frustración.

Salvo un lanzamiento de falta a cargo de Parejo, y que Dmitrovic despejó de puños, el resto del primer acto fue tan impreciso que acabaron aflorando los nervios, como cuando el capitán abroncó a Guedes por lanzar la pelota fuera, con Sergi Enrich en el suelo, sin que el árbitro Estrada Fernández hubiese detenido el juego. El drama podría haber sido mayor si en el 43 Orellana hubiese llegado a empujar con fuerza un balón dividido en un saque de esquina.

El Valencia trató de salir con nuevos bríos tras el descanso. En el 47, Guedes aparecía al fin con una carrera para ceder al espacio a

Gameiro, que definió alto. En el 51, Rodrigo regalaba un taconazo a la internada de Wass, que mandó un peligroso centro. La entrada de Carlos Soler por un apagado Ferran Torres dio al partido la chispa necesaria. Finalmente se hizo caso a los desmarques de Gameiro. Asistido con finos pases de Parejo, el atacante galo contó una doble ocasión. En el 61, tras un espléndido control orientado, se plantó ante Dmitrovic y definió con rabia, pero el meta de los serbio replicó con una magnífica estirada. En el siguiente minuto, Gameiro lanzó alto y

desviado, sin ver la entrada en solitario de Rodrigo en el segundo palo.

La energía era otra, con la grada más implicada, pero el ritmo volvió a decaer con la apuesta de Marcelino de introducir a Sobrino por la banda derecha, en una posición que no es la suya y en la que se le desaprovechó. El técnico asturiano no vio la manera de introducir a

Guedes, también sustituido, en punta de ataque, donde se ha demostrado que es más decisivo. Sin Cheryshev, lesionado, el atacante portugués, escorado en la banda, estuvo ayer siempre lejos del área y de explotar su capacidad de finalización. Aún así, el gol que valía la lucha por la cuarta plaza estuvo en el minuto 89, con un pase cruzado de Rodrigo a Santi Mina, que chutó desviado.

El estadio criticó los escasos tres minutos de descuento y empezaba a resignarse a tener que sumar un solo punto. Fue entonces cuando el

Eibar, muy contento con el punto y apurando el cronómetro al dilatar la salida de cada jugador sustituido y el saque de cada córner, se

encontró con el 0-1. En un ejemplo del estado de precipitación del Valencia, incapaz de despejar en varios rechaces una jugada dentro del área, la pelota acabó llegando a Charles, completamente desmarcado, que cruzó a placer ante Neto. Demasiado castigo para un Valencia que

llega con la gasolina justa antes de un mayo trepidante.