Nadie se quiere perder la final de Copa, una ocasión para reactivar a todo un club. La clasificación del Valencia de José Bordalás para el gran partido de la Cartuja, con el Betis como rival, llega en el momento más necesario para la entidad, a la que resitúa en otra dimensión. Las consecuencias entre haber eliminado o no al Athletic Club en semifinales, colocaba a los de Mestalla en escenarios muy distintos. Con el gol de Gonçalo Guedes y la resistencia colectiva del equipo, todo cambia: la expectativa de Europa y un título están a noventa minutos y aparece un estímulo colectivo para toda la entidad, jugadores, cuerpo técnico y su entorno. Una oportunidad de prestigio, de exhibición de músculo social y de poder sentar las bases de un proyecto dinamitado en 2019, curiosamente tras haber ganado la Copa. Una segunda oportunidad justo cuando el proyecto de esta temporada estaba empezando a emitir señales de fatiga y de desgaste.

Con la derrota frente al FC Barcelona en Mestalla por 1-4, que culminaba siete partidos (casi dos meses) sin conocer la victoria, el equipo parecía haber llegado a una situación límite, verbalizada en el nerviosismo creciente que empezaba a mostrar el propio Bordalás. Primero, la sufrida victoria en Mallorca frenó la histeria y sentó las bases para derrotar al Athletic Club en Mestalla, en un partido sacrificado y muy disciplinado, sin fisuras. Las imágenes posteriores de la celebración, en el campo, en el vestuario y en el balcón de tribuna con la Avenida de Suecia llena, muestran un club en otro escenario, decididamente optimista.

El «clic» de Getafe 2019

Los equipos son estados de ánimo, llegó a pronunciar en su día el exentrenador del Valencia Jorge Valdano, y en el caso de los de Mestalla encaja a la perfección. Y, además, ya hay precedentes. El propio Marcelino reconocía que aquella remontada en cuartos de final de Copa del Rey frente al Getafe en Mestalla en la remontada por 3-1, provocó un «clic» en la mentalidad de los jugadores desde el mismo instante de la fiesta con los aficionados en la Tribuna. Y esa convicción grupal llevó al Valencia no solo a la conquista de la Copa del Rey frente al Barcelona de Leo Messi, sino a remontar posiciones en LaLiga hasta alcanzar el cuarto puesto. Las seis semanas que quedan para la final deben servir para reactivar la marcha en LaLiga. Al estadio de La Cartuja se debe llegar en una inercia positiva y la predisposición y las ganas son ahora máximas.

La posibilidad de ganar un título es un aliciente para asuntos pendientes, como son las renovaciones de Carlos Soler y José Luis Gayà, operaciones complejas que pueden tener en el proyecto que nazca de la Copa la perspectiva a largo plazo que los dos capitanes ven innegociable a la hora de abordar su continuidad. En otras etapas, cada buena época del Valencia a nivel deportivo vino precedida de una conquista de la Copa como primer escalón. Así sucedió a partir de 1942, 1967-71 o en 1999, punto de partida la última edad de oro.

La ilusión es social, y convive con el tono de crítica hacia la gestión de Peter Lim, que en el duelo frente al Athletic no bajó ni un ápice. Desde los minutos posteriores a la finalización del partido contra los de Marcelino García Toral, los aficionados del Valencia ya se volcaron en consultar la reserva de trenes y hoteles, a la espera de que se especifique el número de entradas disponible.