M. Vázquez, Valencia

Dieciséis hectáreas -la mitad del actual Parque de Cabecera- reconvertidas en un superficie de 1,5 de ancho por otro tanto de largo. Es la maqueta que reproduce fielmente, a escala 1:500, el recinto que se creó hace cien años para acoger la Exposición Regional, el primer gran evento de la historia de la ciudad. El modelo se podrá contemplar a partir del próximo día 22 y hasta el 23 de agosto en la muestra Valencia 1909, que se llevará a cabo en el Palacio de la Exposición dentro de los actos organizados con motivo del centenario del acontecimiento.

A la miniatura, obra del maquetista Benjamín Pérez por encargo de la Politécnica, no le falta detalle: tiene 300 farolas de cuatro modelos diferentes, ochenta edificios -chiringuitos incluidos- y hasta el funicular (entonces llamado Tranvía Aéreo) que transportaba al público de una orilla a otra del Turia sobrevolando las mismas aguas fluviales que, 48 años después, arrastrarían consigo el Puente de la Exposición.

La idea de reproducir el recinto que hace cien años se levantó en lo que entonces era el extrarradio de Valencia -sólo existían en la zona los cuarteles del Ejército que perviven en la Alameda- fue ocurrencia del catedrático de Proyectos Arquitectónicos José María Lozano y el profesor de la Escuela de Arquitectura Fernando Vegas, quienes consiguieron que la Universidad aportase 18.000 euros y tres becarios.

Planos a partir de antiguas fotografías

Han sido cuatro meses de intenso trabajo marcados por la investigación. El edificio de Tabacalera (entonces Palacio de Industrias), el Asilo de Lactancia (hoy Balneario de La Alameda) y el Palacio de la Exposición son las únicas construcciones de la muestra que aún permanecen en pie. El resto -el tobogán gigante, el Gran Casino, el Palacio de Bellas Artes, la Gran Pista y otros muchos- ha habido que diseñarlos desde el principio.

Los estudiantes de Arquitectura becados para el proyecto se han encargado de dibujar los planos a partir de viejas fotografías y descripciones. "Una vez pasado el alzado a formato digital -explica Pérez-, hay que despezar cada edificio para cortarlo y grabarlo con láser". De la máquina sale un puzzle de metacrilato que hay que montar y pegar al más puro estilo infantil, aunque con muchísimo más esmero. No es sencillo: muchas piezas se rompen o "no son lo que realmente queríamos conseguir", dice el maquetista, así que las desprecian -al menos el 25% acaba en la basura- y el proceso ha de empezar de nuevo.

Lo más difícil ha sido recrear la Fuente Luminosa debido a su diseño curvo. "Es complicado ondular este material", señala el creador. Pero no hay problema. El efecto conseguido con la miniatura es tremendamente realista pese a su intencionado y monótono color blanco: el recinto parece suspendido en el tiempo y, aún así, revela al detalle la monumentalidad de la Exposición Regional de 1909.