Angelita Cuesta llegó a Valencia en los años cuarenta de manera forzosa. Fue desterrada de Madrid cuando era joven junto a su familia tras pasar un calvario, fruto de la cruel represión que realizaron los franquistas finalizada la Guerra Civil. Ayer fue despedida por sus más allegados y miembros de la sociedad civil en el cementerio de la ciudad, muy lejos de donde nació, en Sama de Langreo (Asturias).

Hace poco más de dos meses, ella estuvo presente en el entierro de su hermana, Mari Carmen, llamada "la peque" por las conocidas como "las trece rosas". Y es que ambas hermanas sobrevivieron a la "cacería" efectuada por la policía franquista en 1939 contra las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que supuso la encarcelación de un gran grupo de militantes y la posterior ejecución de 43 chicos y 13 chicas ante el paredón del cementerio del Este de Madrid el 5 de agosto de ese mismo año.

Angelita, que no militaba como su hermana en la agrupación, tuvo que pasar junto a las trece rosas ocho días de encierro en un calabozo, siendo torturada e interrogadas por la policía. Su hermana pasó doce años en la cárcel. Ella era desde antes de la guerra enfermera y tras la detención las autoridades le quitaron su título profesional que tardó más de una década en recuperar después de volver a estudiar. A pesar de su avanzada edad, Angelita trabajó hasta el final por la lucha de sus ideas progresistas. Era vocal de la junta directiva de Acció Pel Patrimoni Valencià y trabajaba activamente en la búsqueda de los restos de su padre, fusilado tras el conflicto armado.

Ausencia de símbolos políticos

Pese a ese pasado que la ha convertido en un símbolo de la represión franquista, la ceremonia de ayer en el camposanto estuvo caracterizada por la ausencia de símbolos políticos, a diferencia del de su hermana, cuando se portó una bandera republicana y se cantó la Internacional. En el entierro de ayer no hubo cantos ni discursos, pero en su féretro le acompañó la bandera tricolor. Estuvieron presentes en el entierro la portavoz del grupo socialistas municipal, Carmen Alborch; el ex delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta; el responsable del grupo para la recuperación de la Memoria Histórica de la Fundación Societat i Progrés, Matías Alonso; o Luis Martín de Acció pel Patrimoni Valencià. Pasadas las 12 del mediodía en las puertas del sector diecinueve del cementerio esperaba decenas de personas. A las llegada del automóvil la comitiva, con la familia de Angelita Cuesta a la cabeza, acompañó el vehículo hasta el nicho, donde recibió sepultura con los aplausos de los presentes.

"Luchadoras ejemplares"

La socialista Carmen Alborch destacó a este diario que "tenemos que tener presentes, y sobre todo los jóvenes, lo que ha costado lograr la democracia, con la muerte y represalias contra quienes han luchado por ella". "Ambas hermanas han sido luchadoras ejemplares, pues han llevado su compromiso hasta sus últimos suspiros", indicó Alborch.

Nunca encontró los restos de su padre

En mayo del pasado año, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, mostró pu su disposición a ayudar a los hijos de represaliados por los franquistas para encontrar los restos de sus familiares. Fue precisamente Angelita la primera persona en hacer llegar una misiva solicitando ayuda para encontrar a su padre, Alfonso Cuesta, detenido y fusilado. La respuesta desde Madrid sólo confirmó lo que ya se sabía. Su cuerpo acabó en una fosa común en el cementerio de la Almudena en 1939, pero posteriormente en 1950 fue trasladado a un osario general, con otros represaliados y cuerpos de gente sin recursos. El proceso está estancado y Angelita ha muerto a sus 91 años sin cumplir sus sueno: llevarle un ramo de claveles rojos a su padre.