El fumador ha encajado las prohibiciones de la ley antitabaco y se apaña como puede. Eso sí, si sale a tomar algo, lo que sea, busca una terraza y arrastra con él a los no fumadores que huyen de los aires acondicionados y disfrutan de unas terrazas que suelen ganar la partida en verano. Y es que la rebeldía que desató la ley antitabaco durante los primeros meses de la norma ha quedado en agua de borrajas.

Los hosteleros no están dispuestos a perder clientes y buscan cualquier recoveco para instalar unas mesas y unas sillas, previa solicitud de licencia, sabedores de que la policía local está ojo avizor, y de que las sanciones por incumplir la ordenanza oscilan entre los 750 y los 3.000 euros.

Ahora bien, los trámites de concesión de los permisos no son inmediatos, y existe un desfase de 1.223 permisos solicitados que aún no cuentan con el visto bueno del ayuntamiento.

En la actualidad, según datos del consistorio que preside Rita Barberá, hay 1.998 licencias de terraza concedidas, una cantidad que la Federación de Hostelería calificó de "nada excesiva" para una ciudad de 800.000 habitantes. Ahora bien, faltan más de 1.000 licencias por conceder por las diferentes Juntas de Distrito de la ciudad. En todas las demarcaciones estas peticiones pendientes superan el centenar, a excepción de Ciutat Vella que cuenta con 99 autorizaciones pendientes de las 370 solicitadas.

El área que más permisos para la instalación de terrazas ha solicitado es el Marítimo con 601 autorizaciones, de las que 249 están pendientes. La que menos, ha sido el distrito de Patraix, con 359 permisos pedidos, de los que 127 aún están esperando el visto bueno del ayuntamiento.

Ni un alfiler

Ha transcurrido medio año desde que entraron en vigor las restricciones de una ley que ha tenido, como consecuencia directa y visible, la proliferación de terrazas en la calle. Los que no contaban con este espacio al aire libre ya lo han solicitado, y los que sí lo tenían han ampliado el espacio. Con estufa, en invierno, y sin ella en un verano. Y es que aunque el calor pueda ser sofocante, la vía pública no se ve libre de humos.

La ley antitabaco también ha conseguido que el ocio en la ciudad de un giro hacia la proliferación del botellón y hacia la preferencia de comer y cenar en casas de particulares. Sin embargo, la instalación de terrazas en la vía pública siempre ha sido una apuesta segura durante el verano.

Por ello, las terrazas salen de debajo de las piedras. Solo hace falta dar un paseo por la ciudad. Hay calles y plazas donde no cabe un alfiler, a pesar de que la ordenanza persigue compaginar el ocio al aire libre con el libre tránsito por la vía pública. Y es que, si un cliente pide terraza y hay un mínimo hueco, el hostelero no se lo pensará dos veces y le montará una mesa y un par de sillas, y más en tiempo de crisis. Aunque esté codo con codo, o cigarro con cigarro, con la mesa de al lado.

Denuncias por falta de espacio, suciedad y ruido

La otra cara de la moneda, en cuanto a la instalación de terrazas en la vía pública, es la molestia que acarrea el bullicio en la calle (y el montaje y desmontaje de las mesas y sillas), y la suciedad en la vía, que se incrementa. Muchos hosteleros han decidido instalar las terrazas mientras esperan la resolución del permiso, sabedores de que los clientes si no se sientan en una terraza lo harán en la de al lado. A principio de junio, la policía había inspeccionado cerca de 1.000 locales, sancionando a 94 por incumplir la normativa. Las inspecciones se realizaron por denuncias vecinales.