Para establecer las dimensiones que tendrá cualquier obra es preciso estudiar las cargas que sufrirá el edificio, incluida la fuerza del viento. El proyecto del toldo que cubrirá la plaza de la Virgen -desde la Basílica hasta la finca situada en el lado opuesto- refleja rachas de viento de 10 metros por segundo (es decir, 36 kilómetros/hora) y la instalación de un anemómetro que avise cuando las ráfagas superen este mínimo y recoja el entoldado de forma automática.

Sin embargo, las cifras que marca el Código Técnico de Edificación son bien diferentes y fijan el límite para rachas de viento en este tipo de estructuras en 26 metros por segundo (93,6 km/h), es decir, menos de la mitad de lo que dicta la norma para esta construcción en el centro de la ciudad.

Por ello, entre otras cosas, la decisión de los residentes de la plaza de la Virgen número 4 es, de momento, inamovible, sobre todo, por "miedo" a que un toldo de 1.200 metros cuadrados pueda causar daños en el edificio. Aunque sea dentro de 40 años.

Los técnicos municipales han recalcado que el proyecto es seguro, que la lona pesa la mitad, que se recogerá de forma automática si sopla mucho viento y que, además, se plegará por las noches. Pero los vecinos no se fían. Niegan cualquier tipo de servidumbre que haya generado el edificio porque lo que los residentes han estado realizando durante 45 años -los años en los que ha estado instalado el toldo que inventó Ricardo Cánoves Macián "El Pernales" -ha sido, ni más ni menos, que un "favor". "Durante todos estos años hemos consentido los anclajes. Pero siempre como un favor. No tenemos obligación y creemos que el edificio, antes o después, puede sufrir daños. Hay que buscar una alternativa", afirmaron los residentes.