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El proceso de canonización de Sant Vicent Ferrer ya se puede leer en castellano. La tarea no ha sido cosa fácil. Es más, cinco dominicos -integrantes del Instituto Histórico de la provincia dominicana de la antigua Corona de Aragón- han concluido el trabajo después de ocho años. En concreto, se trata del manuscrito conservado en Valencia sobre el proceso de canonización de San Vicente Ferrer (Valencia, 1350- Vannes, Francia, 1419), cuya fiesta se conmemora este lunes.

Sant Vicent Ferrer fue canonizado el 29 de junio de 1455 por el papa Calixto III, también valenciano, quien siendo niño y cuando se llamaba Alfonso de Borja, conoció al santo valenciano y escuchó de él, incluso, la profecía en la que le predijo que alcanzaría el papado y luego le canonizaría.

El proceso de canonización del patrón de los valencianos cita testimonios de más de 400 testigos, así como más de 860 milagros atribuidos a la intercesión del santo, numerosos documentos notariales y, además, recoge, fundamentalmente, la vida cotidiana y predicaciones del santo en sus dos últimas décadas de vida.

Cuando fue canonizado Sant Vicent Ferrer, Calixto III mandó que las actas del proceso se guardasen en Roma, de donde desaparecieron en 1527. Sin embargo había una copia en la ciudad italiana de Palermo -que hoy todavía se conserva- y de la que en 1572 se hizo otra para Valencia, en 1577 una tercera, para San Luis Bertrán y en 1590, otra más para el sacerdote Vicente Justiniano Antist. Este último manuscrito, que ha sido el ahora transcrito y traducido, se conserva hoy en la Universitat de Valencia donde permanece desde la desamortización de Mendizábal en 1836, cuando los dominicos perdieron sus propiedades.

El manuscrito de Valencia cuenta con 308 "hojas útiles", con letra humanística cursiva. "La gran mayoría de hojas están escritas por ambas caras -unas 39 líneas en cada una- y en la mayoría de ocasiones, sin puntos y aparte y con las abundantes abreviaturas habituales", explica el historiador dominico Alfonso Esponera.

Notas al margen

"Tiene notas al margen de otra mano -con toda probabilidad del mismo Antist-, y entre otras peculiaridades parece más que copiado, dictado; sin mucho conocimiento del latín pues hay malas concordancias, o grafías que responden a la fonética, aunque quizá se deba a la copia tan exacta del original", afirma Esponera.

El manuscrito está redactado en un latín "bajomedieval, con expresiones arcaicas y neologismos de las nacientes lenguas romances".

La próxima edición de los trabajos incluirá la transcripción del latín y un libro con la traducción al castellano "que ha sido la parte más complicada y extensa de realizar" ya que "los términos en latín eran legibles" pero el contenido "muy técnico, con abundantes documentos notariales".

Desde que comenzaron los trabajos en 2004, se ha empleado material estudiado por el dominico Adolfo Robles y han intervenido también los religiosos Vicente Forcada, Sebastián Fuster, Argimiro Velasco y Alfonso Esponera. Todo un trabajo de equipo.