Ni aplazamientos, ni refinanciación ni, por supuesto, condonación de la deuda del Consorcio Valencia 2007. Aunque se esperaba algún gesto del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en su tardía visita a Valencia, el primer acto con la alcaldesa de Valencia , Rita Barberá, fue un auténtico jarro de agua fría. «Las deudas hay que pagarlas», sentenció el ministro, que sólo se comprometió a «redefinir» la deuda cuando las condiciones de financiación del Estado mejoren y cuando la actividad del consorcio ofrezca ciertas garantías. Por ahora, nada.

Y no podrá decirse que esta visita no era esperada y necesaria. El Consorcio Valencia 2007, responsable de la gestión de la Marina Real Juan Carlos I, necesita aligerar su deuda, que supera los 400 millones de euros, para sacar del letargo a unas instalaciones que están prácticamente paradas desde que terminaron las competiciones de vela (2007 y 2009).

Es más, el pasado mes de diciembre, el secretario de Estado de Administraciones públicas y número dos de Montoro, Antonio Beteta, se comprometió con el consorcio a «reestructurar» su deuda y hacerlo de forma inmediata, lo que había hecho a Rita Barberá albergar algunas esperanzas para el encuentro de hoy. Esperaba alguna «idea», dijo hace sólo tres días.

Pero nada de eso ocurrió. La alcaldesa se llevó a Montoro y a Beteta, acompañados del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, del delegado del Gobierno, Serafín Castellano, y del conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, a comer a un restaurante de la Marina Real, a visitar la Marina Sur y a contemplar desde el edificio Veles e Vent el que todos reconocieron como el proyecto turístico más importante de España. Pero acuerdos no hubo. El semblante de Rita Barberá lo decía todo. También el de Serafín Castellano.

Un proyecto de todos

En su intervención ante los medios, Rita Barberá se limitó a recordar que la dársena, como popularmente se conoce a la Marina Real, es también cosa del Gobierno y, aprovechando la presencia de Fabra, de la Generalitat Valenciana. Y aunque reconoció que el Gobierno de Mariano Rajoy, con la cesión del suelo a la ciudad, ha desbloqueado la parálisis a la que los sometió el Gobierno de Zapatero, recordó que ahora hay que pagar la deuda con el ICO, para lo que necesita, dijo, «toda la atención y el cuidado del Gobierno y de todas las administraciones».

Lo demás se lo dejó al ministro, que expresó el apoyo del Gobierno y el suyo propio a Valencia y a la Comunitat Valenciana y que reconoció a la Marina Real como un «proyecto oportuno, de inversión en el turismo, que es el motor de la recuperación económica y el empleo». Así pues, aseguró que el Gobierno da su apoyo al proyecto y que eso ya se manifestará este año en los presupuestos del consorcio con una aportación patrimonial de 1,5 millones de cada una de las administraciones y 0,6 del Ayuntamiento de Valencia.

De la deuda únicamente dijo que «a medida que la financiación de toda España vaya mejorando, estaremos en mejores condiciones de acondicionar esa deuda» para que «no se convierta en un obstáculo inevitable para seguir atrayendo nuevas inversiones privadas a esta dársena».

También dependerá, añadió, de la actividad de la propia Marina Real, para la que «ya están en marcha importantes inversiones privadas». No hay que olvidar, añadió, que hay otros acreedores privados que también participan de esa deuda y que la irán «acompasando» a la situación financiera.

De lo que no es posible hablar es de «condonación», una palabra „dijo„ que «no está de moda» y que hay que «ir quitando del vocabulario». «Las deudas hay que pagarlas», sentenció. «¿Por qué España se está recuperando teniendo muchísima deuda frente al resto del mundo?», se preguntó el ministro de Hacienda. «Porque ese resto del mundo cree en España como proyecto económico y te permiten que refinancies esa deuda», se respondió. «Pero no te la perdonan». «Las deudas hay que pagarlas. La cuestión es hacer viable la relación entre el acreedor y el deudor para que el deudor pueda hacer frente a sus compromisos», explicó.

Es más, «si alguien le perdona a usted una deuda „dijo con ironía„, tenga usted la seguridad de que no le va a volver a prestar ni medio euro, se convierte usted en un deudor nada fiable, por tanto, ese no es el planteamiento de nadie», terminó.