Muchos aún lo recordarán. Fue en el año 1955 cuando un programa de Radio Nacional de España en Valencia creaba lo que se llamó el «Yetti Club», y que siendo una iniciativa puramente local, por la difusión periodística alcanzó rango y renombre universal.

En aquella emisora, fundada en la ciudad seis años antes, y que ya estaba entonces dirigida por Bartolomé Beneyto Pérez, se emitía un programa titulado «La Montaña», que realizaba el escritor valenciano José Soler Carnicer, especialista precisamente en temas de montañismo y que lleva editados más de cincuenta libros sobre el tema y de turismo en general. Colaboraba en dicho programa José García, humorista que fue pluma en «La Codorniz» y que luego, residente ya en Madrid, con su pseudónimo PGracía, es presidente de la Academia Internacional del Humor y edita un periódico titulado «La Golondriz».

Un buen día de aquel año leyeron en la prensa el siguiente titular: «Sherpas capturan un Yetti en el Tibet y luego se lo comen». Y a los montañeros del programa de radio valencianos les irritó; pues dijeron que «del abominable hombre de las nieves no se había tenido más noticia que las fotos de sus huellas que había captado un tal Eric Shipton», y les pareció vergonzoso que, de haberlo encontrado alguien en persona, hubieran hecho carnes de plato y lo destruyeron.

No contentos con su queja a través del micrófono, enviaron un telegrama al entonces secretario general de la ONU, U-Thant, birmano, al que transmitieron su indignación y pedían que no volviera a repetirse semejante acción.

No hubo respuesta desde el organismo internacional; pero, enterado de los hechos el redactor jefe de RNE en Valencia, Carlos Sentí Esteve „que fue también redactor de este periódico„, publicó la noticia en «Hoja del Lunes», hecho que recogió seguidamente el semanario madrileño «Siete Fechas». Y de éste pasó a diversos medios informativos mundial.

Lo que simbólicamente se había dado en llamar el «Yetti Club de Valencia» atrajo la atención de curiosos de diversos países, y centenares de interesados pidieron entrar a formar parte del mismo como socios. Hubo que crea unos reglamentos, se diseñó y realizó una insignia que estaba encabezada por el nombre del club y en el centro de la misma aparecía «el abominable hombre de las nieves» en medio de montañas heladas y con su palo en las manos.

Los estatutos reconocían la finalidad y se creó un carnet de socio, en el que se había constar «la obligación de defender cuantos 'yettis' se encontrasen». Fue secretario del club Salvador de la Flor, y se encargó la confección de la insignia a Rafael Isasi.

De diversos países solicitaron la adscripción, y se organizó algunas excursiones a zonas despobladas de la región. Pero los tiempos pasan. Y aunque los dos escritores radiofonistas citados al principio siguen activos, toda la documentación del «Yetti Club de Valencia» pasó para recuerdo al archivo histórico del Centro Excursionista.