Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Si me equivoco

Si me equivoco

Con todo el estrés del fin de semana, festivales, exposiciones, fiesta del Corpus, conciertos (grandes Ronda Norte), sale el obispo Cañizares y abre la boca otra vez, como en ese dicho tan nuestro que dice «Qué buen día hace, seguro que viene alguien y€» Pues eso. Lo ha hecho. ¿Él no sabe lo humillantes que es? Ser mujer y escuchar esas palabras te hunde, ver que todo el mundo sale a defenderte duele, duelo mucho. Duele en la dignidad, piensas en cómo puede haber gente que te considere inferior sólo por el hecho de haber nacido mujer. Piensas en todas las mujeres que se han partido la cara por ti, por tu derecho al voto, por tu derecho a cobrar lo mismo que un hombre, por tu derecho a tus derechos y ves cómo con una simple frase lo tira todo por tierra. La diferencia es que ellas tuvieron que luchar, que morir incluso, que ser despreciadas, ser tomadas por locas, y este señor sólo ha tenido que abrir la boca.

Dicen que no hagamos caso, que no tiene ninguna autoridad. Pero no puedo evitar sentirme humillada, no puedo evitar pensar en que alguna mujer que no tenga la suerte que tengo de estar rodeada de personas inteligentes puede llegar a creer que es verdad. Hay mujeres que pueden llegar a pensar que son inferiores y no merecen una ley que las proteja y piensen que si lo dice toda una autoridad eclesiástica debe ser verdad. Mujeres que piensen que no tienen derechos, que su papel es el asignado por la cultura machista, que no hay más allá. Mujeres que pasarán su vida, como la pasaron otras muchos años antes, creyéndose inferiores a los hombres. Si tiene alguna autoridad en los colegios católicos puede que niñas empiecen ya a verse así, diferentes, menores, relegadas a ser un complemento. Y niños que comiencen a creer en esa diferencia y quieran en algún momento de su vida hacer valer esa superioridad. Y tiene para todos, para los refugiados, para las mujeres, para los gays€

Y aún hay quien dice que lo único que hace es «defender los postulados de la iglesia católica». Fui a un colegio de monjas y aunque llevo mucho tiempo desvinculada de la iglesia no recuerdo en ningún momento de mi paso por allí la menor insinuación en ese sentido. No recuerdo que nos hablaran de odio ni de que las políticas de género iban a acabar con la paz mundial.

O mucho ha cambiado la iglesia o este señor pertenece a otra. Si lo analizamos, lo que acaba con la paz mundial han sido siempre los radicalismos, los fundamenalismos, las imposiciones de doctrina. Este señor en realidad no tiene miedo de los gays, ni de las mujeres, ni de los refugiados, lo que tiene miedo es del futuro y sintiéndolo mucho ya hace tiempo que le pasó de largo.

La primera frase que me vino a la cabeza cuando escuché una de sus perlas fue un diálogo entre Joaquim Almeida y Fernando Fernán Gómez en la película El Rey Pasmado. Almeida, que encarnaba a un jesuita, hablaba con el gran Inquisidor sobre Villaescusa, el odioso fraile encarnado por Juan Diego. Villaescusa aseguraba que si el rey veía desnuda a la reina eso traería la desgracia a todo el país. Almeida, con gran sentido común le dice a Fernán Gómez: «Que Dios me castigue si me equivoco åpero ese fraile no cree en Dios». Pues eso, que me castigue si me equivoco.

Compartir el artículo

stats