No es un secreto que Valencia en Comú está pasando por un periodo muy difícil, marcado por un gran conflicto interno y en el que hasta la propia existencia de la plataforma se está poniendo en entredicho.

Vivimos, ciertamente, una situación paradójica. Por una parte, València en Comú se ha convertido en un actor imprescindible del momento histórico de transformación que está viviendo la ciudad de Valencia. Como grupo municipal, formamos parte esencial del gobierno de la ciudad, y a través de las concejalías coordinadas por María Oliver, Berto Jaramillo y por mí mismo, hemos dado un crucial giro social a las políticas municipales en áreas tan importantes como la participación ciudadana, la vivienda, la transparencia, la inmigración, la juventud o la innovación al servicio de la ciudadanía. Es un trabajo colectivo del que estamos orgullosos, ya que nos permite poner en marcha las políticas de nuestro programa electoral y cumplir, así, nuestro compromiso adquirido con la ciudadanía. Y nos queda mucho por hacer.

Pero por otra parte, la plataforma en nombre de la cual nos presentamos a las elecciones se halla sumida en una profunda crisis, y en vez de un espacio de deliberación y construcción política se ha convertido en un campo de batalla en el que todo el debate gira en torno al reparto interno de poder. Pertenecer a la vez a dos o tres formaciones políticas distintas (EUPV, Podemos€), y dentro de ellas a una corriente u otra, no está sumando, sino favoreciendo el enfrentamiento por una cuota de poder. Muchas veces quienes dicen hablar en nombre de València en Comú no lo están haciendo en realidad, son sus intereses en otros partidos los que hablan. Por eso las mayorías no son tales, sino desembarcos de personas que votan siguiendo consignas.

En este contexto cada vez más turbulento y degradado, hemos vivido un proceso de elecciones internas con acusaciones de fraude cruzadas, que no es más que la culminación de esta deriva y que ha supuesto una importante pérdida de legitimidad de algunos de sus órganos y de su propia imagen.

Y mientras tanto hay que hacer política de verdad y gestionar el ayuntamiento de la ciudad. En ese contexto, la ´Asamblea reconstituyente´ que viviremos en febrero tiene que marcarse como objetivo fundamental superar ese escenario de confrontación interna y construir un espacio político solvente. Un espacio en el que el grupo municipal y la plataforma podamos trabajar conjuntamente para llevar a cabo las políticas de transformación con las que nos comprometimos sin seguir gastando energías valiosas en la contienda interna.

En líneas generales parece que la redefinición del espacio político pasa por una mayor presencia orgánica de Podemos, y deberemos debatir sobre el modo más coherente de llevarla a cabo. Tiene sentido, puesto que Podemos ha sido el actor principal de València en Comú desde su nacimiento y el trabajo de sus círculos resultó crucial para los resultados de esas elecciones. No hay que olvidar que uno de los factores clave para la aparición de València en Comú fue la decisión de Podemos de no presentarse a las elecciones municipales del 2015.

En estos días incluso se ha propuesto la disolución de la plataforma y su integración en Podemos: nadie debe rasgarse las vestiduras ni pensar en términos de traición. Es una opción a considerar, perfectamente legítima, que viene avalada por algunas de las personas que más han creído en este proyecto y que más han trabajado por hacerlo realidad. Deberá ser la Asamblea de València en Comú, y el propio Podemos a través de sus mecanismos democráticos, quienes decidan la naturaleza del nuevo marco de trabajo.

Como independiente, y desde la cercanía al proyecto político de Podemos, creo que lo realmente esencial es que seamos capaces de generar un espacio no confrontativo y basado en el diálogo, que permita destinar todos nuestros esfuerzos al desarrollo de políticas transformadoras de ciudad. En ese sentido, sea cual sea la forma organizativa que se refrende en la Asamblea de febrero, lo fundamental es que ésta refuerce su compromiso con los dos documentos que guían el trabajo del grupo municipal. En primer lugar, el programa electoral con el que nos presentamos a las elecciones, que define nuestro proyecto político y nuestro compromiso con la ciudadanía. En segundo lugar, el acuerdo de La Nau con Compromís y el PSPV que delimita la acción del gobierno municipal. Lo imprescindible es dar continuidad al proyecto político de cambio y garantizar la estabilidad del gobierno de la ciudad.

València en Comú surgió con el objetivo de construir una ciudad más digna y participativa, en la que se garantizaran los derechos humanos y sociales y en la que el espacio urbano, que había sido progresivamente privatizado y mercantilizado, fuera recuperado por la ciudadanía. Nació también con una fuerte impronta feminista, que enfatizaba las políticas de igualdad y mostraba una clara voluntad de feminizar la actividad política para construir la ciudad de otra forma, situando el cuidado de la vida, y las condiciones que la hacen sostenible, en el centro de nuestro proyecto. En este momento de crisis y redefinición interna es necesario recuperar esos principios básicos y la capacidad de imaginar creativamente esa ciudad que queremos y podemos habitar. Solo si conseguimos construir un escenario nuevo, sin confrontaciones ni violencias, que canalice esos principios y esa idea de ciudad, podremos desempeñar el lugar central que la ciudadanía nos otorgó en la construcción de esa nueva Valencia posible.