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Barrios

Los nuevos vecinos del Cabanyal

El primer lote de casas municipales subastadas ha atraído a valencianos, madrileños y extranjeros - Los nuevos propietarios destacan la singularidad del barrio, el mar y los precios como motivo de compra

Los nuevos vecinos del Cabanyal

El primer proceso de subasta de inmuebles, tanto casas como solares, de titularidad municipal impulsado por el Ayuntamiento de València en el Cabanyal va a suponer, a corto y medio plazo, la llegada de nuevos vecinos a este pintoresco barrio del frente marítimo que, tras años de abandono y resistencia vecinal contra el proyecto de la prolongación de Blasco Ibáñez, encara un proceso de regeneración urbanística y social impulsado por el nuevo Govern de la Nau. Levante-EMV ha querido hablar con estos nuevos vecinos para saber qué les ha movido a comprar, cómo ven el barrio y si piensan afincarse allí.

En este primer lote de casas subastadas destaca la presencia de compradores de otras ciudades, especialmente madrileños, que han visto en este proceso una oportunidad de hacerse con una vivienda por lo general espaciosa, con patio y, lo más importante, al lado del mar por un precio «inimaginable» en la capital española.

El Ayuntamiento de València tiene alrededor de 600 casas y solares en el barrio, comprados en la anterior legislatura para derribarlos dentro del proyecto de conexión de Blasco Ibáñez con el mar, ya derogado. La Sociedad Plan Cabanyal sacó, hace casi un año, un primer lote de 13 inmuebles, a subasta, de los que se adjudicaron once.

A Silvia, una cineasta de 39 años de Madrid y propietaria de una casa en la calle de Los Ángeles, lo que le llevó a embarcarse en la subasta de casas del Cabanyal fue «el encanto del barrio». «Aún es un poco duro para vivir, pero creo que en unos años va a mejorar». Silvia vive en Lavapiés, paga 700 euros al mes por una vivienda compartida y aún así se considera «una privilegiada». «En Madrid, la gente se está marchando a vivir fuera porque los precios son imposibles. Con el tema de los apartamentos turísticos ha subido todo una barbaridad», explica. Por eso y porque gracias a internet ya no necesitas vivir donde trabajas, no descarta, una vez tenga rehabilitada su casa del Cabanyal, trasladarse a vivir a València. Con el AVE, añade, «en una hora, si lo necesitas, estás en Madrid. «El Cabanyal es muy bonito, tiene personalidad, vida cultural, unas viviendas históricas preciosas y la playa al lado». «Es como era Barcelona antes de la invasión de turistas», compara.

El primer contacto de Silvia con el Cabanyal se produjo el verano pasado. Estuvo unos días en casa de una amiga valenciana y se enamoró de este antiguo barrio de pescadores, declarado Bien de Interés Cultural. Sobre los problemas localizados de inseguridad y droga, asegura que «preocupan más a los valencianos que a los que venimos de fuera».

Joao Eduardo Cunha, consultor portugués de 38 años afincado en Madrid, es otro de los nuevos vecinos del Cabanyal. Busca reinventarse en todos los sentidos y ha comprado una casa en la calle de los Ángeles con la intención de residir con su pareja en València. «No sé si todo el año, pero sí largas temporadas», apunta. Joao visitó el barrio hace dos años y se quedó «maravillado de su arquitectura y sus colores». Ha comprado una planta baja con un gran patio «La casa está protegida y queremos respetar al máximo el edificio, sus azulejos, la carpintería, los arcos...», explica. Se han acogido a las subenciones del plan ARRU que impulsa el ayuntamiento, la Generalitat y el Ministerio de Fomento, y calcula que tendrá que invertir unos 40.000 euros en la reforma, casi lo mismo que le ha costado la casa.

Antes de comprar, Joao asegura haber «paseado mucho por el barrio, de día y de noche, y no me parece que sea especialmente peligroso, es un barrio donde hay de todo, tiene mucha vida, y hay gitanos, pero la mayoría son parte del barrio». «Lo que me preocupa más es la droga. Creo que esto cambiará», afirma Joao, quien advierte de que no será fácil equilibrar «la rehabilitación del Cabanyal sin desvituarlo». «Tiene que seguir siendo un barrio habitable, que no lo invadan los turistas», añade.

Entre los compradores y futuros vecinos del Cabanyal también hay muchos valencianos, algunos vecinos de toda la vida del barrio y otros llegados de otros puntos de la ciudad. Es el caso de Jorge Soriano, un arquitecto de 28, que ha comprado un solar en la calle de los Ángeles para construirse su casa. «Quería diseñarme mi propia vivienda, en un entorno singular, y vi la oportunidad de hacerlo en el Cabanyal. Este es un barrio muy tranquilo, al lado del mar, sin masificar como ha ocurrido en Russafa, es como un pequeño pueblo, encuentro que hay un ambienta muy sano», explica.

Jorge Soriano cambiará en breve su domicilio de la calle Gorgos, en el distrito de Algirós, al Cabanyal. Está esperando la licencia de obras para empezar a levantar su casa, una construcción funcional que se integrará con el entorno histórico del Cabanyal, que destaca por sus viviendas bajas, de vistosas y coloridas fachadas de estilo modernista popular. Jorge va a invertir unos 180.000 euros en su nueva casa (contando solar y obra). «Por esa cantidad en barrios como Russafa solo encontrarías un piso para tirar y reformar».

Miguel Ángel Haro (47 años) es un vecino del Cabanyal de toda la vida que acaba de comprarse una planta baja en el número 85 de la calle Rosario. «Mis raíces están en el Cabanyal, conozco a todo el mundo y quería seguir viviendo aquí», afirma este valenciano, divorciado y con dos hijos. «En el barrio se está poniendo todo un poco caro, hay demanda y mucho extranjero que lo compra todo», añade. «Al barrio le hace falta vida pero sin pasarse, que no se masifique para que no pierda su personalidad», aconseja. Él pagó 26.000 euros por su planta baja, de 50 metros con un gran patio, que tiene previsto ganar como estudio. Calcula que la obra le saldrá por 68.000 euros.

Los extranjeros lo compran todo

La Sociedad Plan Cabanyal quiere evitar que las viviendas del Cabanyal sean objeto de especulación. En las pujas se da prioridad a los compradores que vayan a destinar las casas a primera vivienda y, en el caso de los bajos, a los usos profesionales. Además las propiedades adquiridas por subasta no se podrán vender en diez años. La idea es dinamizar el barrio pero evitar el denominado proceso de gentrificación, es decir, que la llegada de nuevos vecinos acabe expulsando a la gente de toda la vida.

La rehabilitación de las viviendas municipales del Cabanyal, en cuya adquisicion se gastaron 35 millones de las arcas municipales, tardaría más de dos décadas y requeriría una inversión de al menos cien millones de euros. Para animar a los compradores, el ayuntamiento está subastando sus propiedades a un precio de salida inferior al de mercado.

Las viviendas del Cabanyal, un barrio con proyección internacional y con mucho atractivo para los extranjeros, se están subastando por entre 500 y 800 euros el m2, cuatro veces menos el valor que se está alcanzando en el centro de la ciudad o l'Eixample, donde se han registrado subidas de hasta el 30% en el último año. Las viviendas del Cabanyal se están subastando a precios muy competitivos. Por 30.000 euros se puede adquirir una vivienda de 90 m2.

Las casas subastadas en este primer lote, en su mayoría en estado ruinoso, se encuentran en el entorno de la prolongación, fuera de la denominada zona cero, en las calles de Los Ángeles, Rosario y Barraca. La sociedad ya prepara un segundo lote de 15 inmuebles para subastar, esta vez en la zona de la prolongación formado en su mayoría por inmuebles de los años 60 y 70 y algunos más antiguos.

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