El cardenal Antonio Cañizares acudió, esta vez sí, a la llamada de la Semana Santa Marinera. La máxima autoridad eclesiástica en la ciudad y diócesis generó el pasado año no poco recelo entre los miembros de esta singular festividad, al no dejarse ver ningún día y, sobre todo, auspiciar con su presencia el Santo Entierro de San Nicolás, algo que, tratándose del centro de la ciudad, se interpretó casi como una «contraprogramación» a los festejos marítimos. Si a esto se añade la misiva enviada a hermandades y cofradías en la que, más o menos veladamente, les reprochaba su «secularización», no hay duda que la relación no es todo lo entrañable que cabe esperar. Aunque se han producido gestos que se interpretan como puentes, como su presencia en el pasado pregón de la fiesta (que oficio su obispo auxiliar Arturo Ros) o como ayer, que presidió la eucaristía y salió en la procesión del Cristo de los Afligidos, cuya talla original cumple 75 años. El arzobispado ha dado a conocer su agenda para los próximos días, en la que ya no hay más presencias en el distrito, aunque tampoco se constata que vaya a acudir al Santo Entierro de San Nicolás, que está previsto a la misma hora que en los Poblats. Ayer, sin embargo, era día de conciliación y tras una homilía de fuerte acento espiritual, se incorporó a la procesión, en la que la imagen fue llevada bajo un palio sostenido por el Cuerpo Nacional de Policía.

Otros agentes, por contra, controlan ya los accesos al distrito, especialmente en la avenida del Puerto, para blindar en la medida de lo posible los actos de una fiesta en la que los ciudadanos ya han empezado la tradicional visita a las tallas, que se pueden ver en casas particulares y sedes festivas en una particular ruta.