El Consorcio València 2007 tiene previsto limitar la celebración de conciertos y festivales en la Marina de València, una actividad que suscita recelos de los 18 restaurantes y terrazas que funcionan durante todo el año en este espacio por la merma de clientela que supone el cierre del recinto durante muchos fines de semana del verano para garantizar la seguridad de los asistentes a los eventos. El elevado número de conciertos y festivales que se han desarrollado en la Marina de València este verano, entre los que han destacado por aforo el festival Marenostrum y los recitales de Luis Miguel y Operación Triunfo han puesto al recinto «al borde de la saturación». El aluvión de público durante los fines de semana pone así en jaque la estrategia de sostenibilidad de la Marina de València que no quiere etiquetarse como nueva zona de ocio nocturno y estudia poner freno a los conciertos, aumentando precios y reduciendo el número.

Todos los fines de semana de julio, y también parte de los de junio y agosto, la Marina, con diez espacios distintos para albergar eventos, ha acogido conciertos y festivales. Estas celebraciones, que movilizan a miles de personas, sobre todo público joven, suponen una importante fuente de ingresos para el Consorcio València 2007, que recauda entre 4.000 y 25.000 euros en concepto de canon a los organizadores, pero también un alto coste, especialmente en limpieza, reparaciones y seguridad, que en algunos casos especiales el ayuntamiento ha repercutido a los promotores, pero que en la mayoría de ocasiones asume la ciudad.

Los ingresos, no obstante, parecen no compensar y los responsables del Consorcio buscan fórmulas para reconducir esta actividad y limitar el número de eventos que se celebrarán en este recinto. Los conciertos y festivales generan muchos transtornos en el funcionamiento de la Marina, apuntan fuentes del Consorcio, que admiten que el espacio tiene mucho tirón por su ubicación y por sus precios, mucho más competitivos que otros espacios como la plaza de Toros, dependiente de la Diputación.

Las fuentes del Consorcio consultadas justifican los bajos precios de la Marina porque los organizadores tienen que hacer frente a la logística, esto es, a la colocación de vallas, urinarios y demás elementos necesarios para la celebración del concierto o festival. La Marina solo cede el espacio, el resto corre a cargo de los organizadores. Con todo, el Consorcio quiere poner coto a los conciertos y en su plan de negocio se establece un objetivo de ingresos por esta actividad de 280.000 euros al año. «Queremos promover eventos musicales de más calidad», dicen.

En este sentido no se descarta una subida de las tasas. Los eventos supusieron en 2017 una cifra récord de ingresos para el Consorcio, 430.000 euros, aunque gran parte hay que atribuirla a la campaña de una conocida marca de coches de alta gama.

Los responsables del Consorcio, que acaba de librarse de gran parte de la deuda millonaria contraída en 2005 con el ICO por la Copa del América, confían en que la náutica y los amarres junto con las actividades y espacios dedicados a la innovación y las «startups» se conviertan en la principal fuente de ingresos.

Los eventos musicales suponen igualmente un trastorno para los dueños de los barcos de recreo que amarran en la dársena, a los que resulta difícil conciliar el sueño cuando se celebran conciertos que se pueden prolongar hasta la madrugada.