Para llevar a cabo las pruebas y ensayos se han gastado 150.000 kilos de fruta y viente mil de paja de arroz.

Como todo prototipo, una cosa es el producto y otro es su viabilidad económica. Porque al final, el producto va a parar a un cliente, el agricultor, con unos recursos económicos limitados. «Esto es un ensayo, una experiencia, donde no se miran los costes. Hemos ido probando cosas sin preocuparnos por el coste. pero con la maquinaria y tecnología adecuada entendemos que sepodría hber un compuesto adecuado a un precio razonable». Alejandro Ramón también defendía que «nosotros tenemos que ser valientes para probar y hacer proyectos piloto». Ahora, todo depende de las cuentas. Si no, siempre quedará el «Nitrato de Chile», el de los azulejos de toda la vida.