En un siglo de existencia nunca el barrio chino de València se había visto completamente desierto, sin prostitutas, sin clientes en busca de sexo, sin trapicheo de droga, sin degradación, casi como un barrio más de la ciudad. Por eso los vecinos han pensado que sería un buen momento para tomar nota, constatar la realidad del barrio sin la lacra social de la prostitución, e impedir que esta actividad delictiva vuelva a implantarse en Velluters cuando el confinamiento del Covid-19 se haya superado.

El presidente de la Asociación de Vecinos El Palleter, de Velluters, Ricardo Burguete, asegura que la actividad ha desaparecido. «Yo no paso por ahí porque no salgo, pero me dicen que no hay nada», comenta. Ni cuando el barrio chino nació hace cien años en la calle Las Barcas, ni posteriormente en la Avenida del Oeste, ni ahora en la confluencia de las calles Viana y Balmes, se había viso así de vacio, por lo que Burguete cree que es una oportunidad para tomar medidas y que no vuelva a las andadas.

Dado que la prostitución no desaparece, el dirigente vecinal propone que se traslade a polígonos fuera de la ciudad. «Ahora no hay nadie de aquí del barrio, son todas extranjeras, de Rumanía o de Sudamérica», comenta Burguete en un intento de explicar que el lugar no debe ser un problema. No hay arraigo.

También ven este momento como una oportunidad en la asociación Amics de Velluters, nacida recientemente para, entre otras cosas, combatir este problema. Fuentes de la entidad han asegurado que en los últimos meses se ha reducido bastante la actividad, con mayor presión policial y el cierre de algunos pisos que se alquilan para ejercer la prostitución.

Pero el problema continua y «éste es el momento de regularlo y dejarlo zanjado». «Si volvemos a las mismas cuando esto pase, nada de lo que se está haciendo tendrá sentido», aseguran.

Uno de los asuntos que a su juicio debería abordarse es la actividad de dos bares, especialmente uno de ellos, que «se utiliza como punto de contacto» y, según dicen, para la venta de droga.

Y piden vigilancia para el edificio de la calle Viana, número 15, donde aseguran que sigue habiendo algún encuentro pese al estado de alarma.

«Nosotros creemos que ahora es el momento y lo que necesitamos es voluntad política para hacerlo», aseguran las fuentes, que entienden que «el ayuntamiento está haciendo cosas, pero no todo lo que puede».