València brilla menos, pero brilla mejor

El Plan de Eficiencia Energética impulsado por el Ayuntamiento desde 2016 permite dejar de emitir cada año 16.000 toneladas de dióxido de carbono | Los sensores de la Universitat detectan que el cielo de València es dos veces más oscuro que hace ocho años

Imagen de València captada en 2022 por la astronauta Samantha Cristoforetti desde la Estación Espacial Internacional

Imagen de València captada en 2022 por la astronauta Samantha Cristoforetti desde la Estación Espacial Internacional / S.C.

Claudio Moreno

Claudio Moreno

París es la ciudad de la luz y València lo fue de la luz artificial. El astrónomo Enric Marco advertía en 2012: «Es sabido por todos que València es la ciudad con mayor exceso de iluminación de España y, probablemente, también de Europa». Aquella iluminación era motivo de orgullo para los mandatarios de la época, y Rita Barberá presumía de farolas: “Desde el avión, València está preciosa”. Pero muchos años después la ciudad se ve más apagada. Un efecto que se sigue percibiendo a vista de pájaro.

En dos imágenes tomadas por astronautas desde la Estación Espacial Internacional y cedidas por Enric Marco, con once años de diferencia entre ambas fotografías, València deja de ser una mancha amarilla lumínica sin apenas costuras para mostrarse, ya en 2022, como algo más rojizo y homogéneo, donde se distingue el trazado de los barrios.

La explicación hay que buscarla en el Plan de Eficiencia Energética impulsado en València desde 2016 por el gobierno municipal de Ribó, que ha supuesto una inversión de casi 24 millones de euros para mejorar el alumbrado público de València. Hasta la fecha se han transformado 87.000 puntos de luz sobre un total de 102.000 (85,29 % del total), y el cambio, apuntan fuentes municipales, ha permitido dejar de emitir cada año 16.000 toneladas de dióxido de carbono. 

Fotografía de València realizada en 2011 por el astronauta Paolo Nespoli desde la Estación Espacial Internacional

Fotografía de València realizada en 2011 por el astronauta Paolo Nespoli desde la Estación Espacial Internacional / P.N.

“El efecto visual es evidente”, señala el astrónomo de la Universitat de València, “pero además podemos aportar datos. Nuestro grupo de investigación tiene tres detectores instalados en la zona de las Torres de Serrano y desde 2015 hasta la actualidad hemos detectado que la intensidad de la luz ha bajado en una magnitud astronómica: el cielo de València es ahora el doble de oscuro que hace ocho años”, detalla Marco al tiempo que celebra el descenso en contaminación lumínica. 

Es más oscuro porque la configuración ha cambiado –se envía la luz hacia tierra, no hacia el cielo como se hacía antes– y la potencia instalada ha caído un 63,2 % (de 24.460 kW a 9.000 kW), reduciendo el consumo energético en 28 millones de kWh desde 2015, lo que supone un descenso del 51,16 %. En este sentido, los datos del ayuntamiento revelan que el alumbrado eficiente ha permitido rebajar la factura en casi un 50% para dejarla en 4,4 millones de euros. 

La concejala de Gestión de Recursos, Lluïsa Notario (Compromís), asegura que València tendrá “en breve” el 100 % de su alumbrado totalmente eficiente y ensalza la gestión de su equipo a partir de un dato: “Se estima que la factura energética de la ciudad, sin el Plan de Eficiencia Energética puesto en marcha –que contempla el alumbrado público pero también el consumo de los edificios municipales, los colegios e incluso los semáforos– y con la subida de precios sufrida, sería ahora de unos 25 millones de euros. Gracias al plan estamos ahorrando alrededor de 16 millones al año, esto permite amortizar toda la inversión realizada en apenas año y medio”. 

Contra la luz azul

También se sabe en este siglo que la luz azul dificulta la secreción de melatonina, hormona encargada de facilitar el sueño, y que la exposición a dicha luz está relacionada con enfermedades como la depresión o hasta los cánceres de mama y próstata. “Por eso es tan importante la temperatura de color (TCC) en el alumbrado público. València es pionera al colocar una TCC de 2.700 grados Kelvin que se está instalando por toda la ciudad desde hace unos años”, señalan en el ayuntamiento sobre una actuación extendida al alumbrado de la Devesa del Saler para evitar el impacto sobre los ciclos reproductivos de su fauna. 

Gráficas con niveles de luz azul en el cielo de València

Gráficas con niveles de luz azul en el cielo de València / Detector SQM Palau de Cerveró (Griupo de investigación "Salvem La Nit" de la UV)

“València solo se ha mantenido la luz de mayor temperatura en el puerto, el aeropuerto y la pista de Silla, pero el resto de la ciudad brilla a menor intensidad”, insiste Enric Marco, quien no obstante echa en falta una apuesta autonómica de las mismas características para los accesos a la capital del Turia. “En la entrada a València las luces siguen siendo de 4.000 grados Kelvin, lo cual es innecesario. Nosotros hemos pedido a la Generalitat que cambien las luces, pero nos dicen que así están bien”, lamenta el investigador. 

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