Vecinos desalojados en el Saler: "He visto el fuego de cerca. Ha sido como la percusión del infierno"
El último incendio del Saler, el peor en la zona desde los años 80, ha sorprendido a 35 vecinos de las cinco fincas de Aparwaks, muchos de los cuales se han quedado a una distancia prudencial –algunos incluso en pijama– para observar la evolución de las llamas que han cercado sus viviendas
Cuando el viento había amainado y el fuego parecía en retirada, Peter Wix, periodista londinense afincado en el Saler, hacía balance de su experiencia más extrema. No era miedo, sino «adrenalina» el sabor que le había dejado ver su edificio cercado por las llamas. «He visto el fuego de cerca. Ha sido como la percusión del infierno. Estamos preocupados por los próximos meses, porque no llueve y está todo muy seco», lamentaba Peter junto al Sidi mientras esperaba a que los bomberos le permitieran volver a casa.
Al otro extremo del fuego también aguardaba Juan, vecino de la torre 5 de Aparwaks, que vio la enorme columna de humo desde la carretera y enseguida corrió a echar una mano. Este valenciano explica que el fuego alcanzó la primera planta de su finca, pero él y otros residentes lograron alejarlo con una manguera. «A mí me ha quemado un rescoldo intentando apagar una silla con una manguera». Juan explicaba que no tiene miedo pero sí preocupación, y aseguraba que «un incendio como este de tres focos tiene toda la pinta de ser provocado».
En la misma explanada junto a la arrocería de Las Dunas, una familia de ciclistas llegaba angustiada al punto de control de la Guardia Civil y explicaba que había pasado mucho miedo al atravesar las columnas de humo por la zona dura de la playa. Los tres turistas de Segovia están pasando unos días en Valencia y habían querido visitar la Devesa para conocer este pulmón verde. «¿Esto es siempre así?», se preguntaba Eva María, de 51 años. «No hay derecho a que quemen lugares como este», añadía indignado su marido.
Con la frente llena de ceniza atiendía a este diario Pepe, conserje de la torre 5, a quien le faltan solo tres meses para jubilarse. «No esperaba yo esta despedida. Es el incendio más grande que he visto de cerca. Se nos caían las palmeras encima», relataba todavía con el susto en el cuerpo. El conserje narraba que el edificio en temporada baja siempre permanece semivacío, pero que todos los propietarios le estaban llamando para saber si había entrado el fuego en sus casas. «No creo que ocurra», aseguraba, y a continuación avalaba la versión de su vecino: «Esto habrá sido provocado. Aquí casi todos los son».
Y en la misma finca estaba durmiendo la siesta Yasmin cuando las sirenas de los bomberos la sobresaltaron Cogió las llaves, el móvil y se echó a la calle sin pensar demasiado. Lo contaba en pijama desde la playa, fuera del perímetro establecido por la Guardia Civil. «Vivimos con preocupación porque ya son muchos incendios seguidos, y muchos cerca de las fincas», lamentaba. «Yo he visto los tres focos», complementaba Toni en tertulia con ella. «El principal, otro en las dunas y otro más al sur. Y no todos al mismo tiempo», añadía este valenciano que paseaba por la zona y se quedó a ver la evolución de este macabro espectáculo en el pulmón verde de la ciudad de València.
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