L. Ballester, Valencia

El Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV) califica de «serio atentado a la integridad de la antigua Fábrica de Tabacos» la decisión del Ayuntamiento de Valencia de demoler dos de las naves de almacenamiento «que forman parte del conjunto fabril» para construir dos bloques de viviendas. Una decisión que, a juicio de los arquitectos, «carece de justificación alguna y sus consecuencias han de ser sumamente perjudiciales para el edificio que pierde su composición y ve fuertemente alterada la volumetría del conjunto».

La actuación, que promueve la concejalía de Grandes Proyectos, tendría así «una incidencia negativa sobre el conjunto arquitectónico que queda gravemente amputado y desvirtuado». Y recuerdan que el edificio de Tabacalera (proyectado en 1905 por el arquitecto Celestino Aranguren, junto a los ingenieros Federico García Patón y Mauro Serred, y dirigido por el arquitecto Ramón Lucini) «constituye uno de los elementos más apreciados por los historiadores de arquitectura industrial entre las edificaciones fabriles de la península», por lo que solicitan que «el edificio debería mantenerse en su integridad, respetándose todas sus partes» y que «en ningún caso serían admisibles sustituciones volumétricas» por lo que piden que «se reconsidere la decisión de derribar las naves en la calle Micer Mascó». La afección al patrimonio no es la única pega que alegan los arquitectos ya que recuerdan que la solución propuesta también es «desafortunada» desde el punto de vista urbanístico. Las dos torres proyectadas en Micer Mascó se adscriben a la ordenanza del Ensanche lo que permite «construir por encima de las 9 alturas permitidas un ático y sobreático». Una práctica «generalizada» en los últimos planeamientos que promueve la administración (los planes del Ensanche, el Balneario de Las Arenas, la Piscina Olímpica, el Parque Central o La Torre), donde «el modelo elegido opta de entrada por las densidades y edificabilidades máximas permitidas por ley».