La tradición del cultivo del arroz en tierras valencianas se remonta a varios siglos. Diversos investigadores coinciden en señalar que los árabes fueron los introductores de esta planta en la península en el siglo VIII. No obstante, no fue hasta bien entrado el XVII cuando cobró una cierta importancia, desde el punto de vista de la superficie cultivada y la comercialización. Y en el caso de la Comunitat Valenciana el centro neurálgico ha sido desde entonces l'Albufera. De hecho, la producción arrocera en el lago y su entorno han sido un elemento determinante de sus paisajes, que han ido en parte modificándose con la evolución del cultivo.

El ejemplo más claro son los motores, pequeñas construcciones que encierran la maquinaria necesaria para impulsar el agua al punto donde es necesaria para diversos usos de riego. Comenzaron a construirse en el siglo XIX y una buena parte se ha preservado aunque su funcionamiento se haya modernizado desde las primitivas máquinas de vapor.

En la actualidad perviven 74 de estos motores en los cinco pueblos de la comarca de l'Horta que comparten l'Albufera y su entorno: Alfafar, Catarroja, Silla, Massanassa y Albal. Una publicación del Institut d'Estudis Comarcals (Ideco) de l'Horta Sud recoge un estudio que cataloga y documenta ampliamente cada uno de estos motores, realizado por el investigador Francesc Guillem Chilet. La mayoría de los motores inventariados en este trabajo están en el propio marjal, aunque también se han incluido otros ubicados en la huerta -técnicamente mixtos- cuya finalidad sea el riego de los campos de arroz.

Según el propio autor, "Els motors de l'Albufera" no pretende ser un mero catálogo de datos sino que intenta "generar un conocimiento histórico" en un contexto cercano, como es l'Albufera -"un lago extremadamente próximo a nuestros municipios pero, a pesar de todo, injustamente desconocido por muchos", dice Guillem en el prólogo- y de unos elementos, los motores, que no son ajenos a los vecinos, ni desde el punto geográfico ni en el tiempo.

Silla está a la cabeza

Los motores son pequeñas construcciones que constan prácticamente de cuatro paredes blanqueadas que albergan la maquinaria para el riego. Su belleza no es arquitectónica sino que hay que buscarla en el conjunto que conforman con el lago. Los motores toman su nombre de la partida agrícola o de los propietarios.

Según el estudio, Silla es el municipio que alberga el mayor número de motores -en total 34- ya que tiene la superficie más grande de cultivo del arroz. Su vínculo con esta producción se remonta al siglo XVIII, a raíz de la creación de la acequia real del Xúquer. Y además, gran parte de las ruedas -pieza central del motor- fueron construidas por el "tio Jorge", un vecino de la población, lo que ha conferido a los motores características similares.

La segunda población en importancia por el número de motores es Catarroja, donde se conservan 18 motores, la mayoría en uso. En Alfafar quedan otros 13 motores. Los otros dos municipios incluidos en el estudio apenas tienen motores. En Massanassa se han catalogado siete y en Albal otros dos.

De las "palanganas" manuales a los motores eléctricos

Según el estudio, en el siglo XVIII, los emergentes campos de arroz de l'Horta Sud se regaban con el agua de acequias, fuentes, barrancos y el lago de l'Albufera. En el último caso, el problema era la evacuación del agua, que había de hacerse de forma artificial por la diferencia del nivel de los campos y el lago. Inicialmente se optaba por un sistema de "palanganas" -una especie de rueda de madera que tenían que hacer girar dos hombres a la vez-. Posteriormente se instalaron las "sènies" -las norias castellanas-, que tenían mayor capacidad de evacuación y funcionaban con tracción animal. Las primeras tenían la rueda de madera y luego de hierro. En las últimas décadas del XIX aparecen los primeros motores movidos por máquina de vapor, un siglo más tarde de haberse patentado por James Watt, y la construcción que los alberga con los característicos "fumerals" para evacuar el humo. El motor de gasoil o eléctrico fueron la evolución. l. s. catarroja