La tensión marcó ayer en Sagunt toda la investidura de Alfredo Castelló (PP) como alcalde con un gobierno en minoría. El peor momento se vivió a la salida, cuando más de cien integrantes del movimiento surgido en la ciudad al calor del 15-M, Toma la Plaza Morvedre, bloquearon con una sentada su marcha en coche e incluso le obligaron a volver al ayuntamiento, siempre escoltado por la policía, entre pitos y abucheos.

Los manifestantes se concentraron antes del pleno a las puertas del ayuntamiento y en toda la mañana, unas 200 personas no dejaron de pitar, además de corear consignas al ritmo de charanga y lanzar reproches a los políticos que reconocían, como la diputada nacional por el PSOE, Marga Pin. Ante el riesgo de una entrada en masa, con un salón de plenos ya abarrotado, la puerta principal se cerró poco antes del inicio de la sesión, lo que obligó a algunos asistentes a entrar por el retén policial.

En la sesión, el ambiente estuvo también muy caldeado, tanto en las intervenciones de los políticos como del público; un fenómeno que contrastaba con las investiduras más recientes. El candidato del PP, Alfredo Castelló, ya recibió abucheos e insultos cuando juró como concejal, mientras sus partidarios aplaudían y gritaban para contrarrestar. Los ediles de Segregación Porteña (SP) también motivaron críticas y aclamaciones pues acabaron de prometer sus cargos reivindicando su lucha para que el Port sea independiente.

Las intervenciones posteriores aún provocaron más crispación y gritos, sobre todo, cuando el portavoz de SP, Manuel González, acusó a EU de haber propiciado que el PP volviera a gobernar en Sagunt al negarse a apoyar al candidato del PSOE en la investidura. Esta última opción era defendida por socialistas y segregacionistas, siempre con la mirada puesta en que el Bloc la aceptara también y luego PSOE, EU y BNV gobernaran en minoría pues los nacionalistas rechazan pactar con SP. Sin embargo, el Bloc se escudó en la negativa de EU para descartarla.

El portavoz de EU ya había dicho en su intervención que su partido rechazó esa alternativa porque en ningún caso permitía un gobierno en mayoría que garantizase la ejecución de su programa y porque tampoco se fiaban de sus antiguos socios del gobierno tripartito que hace 4 años se rompió.

Supuesta irregularidad

Tras defender en su juramento la escuela en valenciano —como todos los ediles del Bloc—, el candidato nacionalista, Quico Fernández, empezó denunciando una presunta irregularidad de un concejal del PP que «no debía haber tomado posesión de su acta por incompatibilidad»; un extremo negado después desde el PP a Levante-EMV. Además, dijo que el gobierno de Castelló «ha sido el peor y más irresponsable de la ciudad», culpó indirectamente a EU de que no saliera adelante la investidura del socialista y dejó una puerta abierta a un futuro pacto: «Actuaremos desde la oposición o desde donde veamos oportuno a lo largo de la legislatura».

En un tono más concialiador, el socialista José Luis Chover se presentó como «única alternativa», recordó que el voto progresista «supera en 4.000 a los votos del PP» y desgranó sus propuestas.

El popular que al final fue reelegido, Alfredo Castelló, lamentó que desde el primer momento «estemos tirándonos los trastos a la cabeza», insistió en la honorabilidad de la política que cuestionaba Toma la plaza y destacó que su partido ha logrado «el mejor resultado que nunca ha tenido un partido en la ciudad». Además, en varias ocasiones, lanzó sin éxito «un guante» para un consenso que «es más necesario que nunca», dijo.