Lo que el pasado domingo iba a ser un día más de trabajo para Lucía Molina, una fotógrafa de Bellreguard, se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza y en un lío que va para largo por culpa de un encontronazo que tuvo otra mujer, Desireé Lama, y su marido Daniel Bataller, cuando realizaba el reportaje en el interior de la iglesia Sant Jaume Apòstol de Almoines, donde los niños tomaban su primera comunión.

«Nuestra empresa tenía la exclusividad para hacer el reportaje porque así lo decidieron a votación la mayoría de las madres de los niños que tomaban la primera comunión. Esa chica, que no sabemos si está dada de alta como profesional o no, como nosotros, no respetó nuestro trabajo». La frase sirve para entender el motivo que generó la discusión que ahora ha llevado a ambas partes a presentar denuncias mutuas por amenazas.

Lucía Molina, se sintió molesta al ver que había otra fotógrafa en la iglesia a pesar de que, según apunta, no tenía permiso para estar allí. «Al principio, cuando la vi que estaba haciendo fotos en el altar no quise decirle nada, porque quería evitar líos con ella dentro de la iglesia y delante de los padres y los niños». Pero según señala la mujer, hubo un momento que la otra profesional «se puso por delante y salía en todas las fotos, y ahí empecé a calentarme, la verdad».

Todo estalló en el momento más importante de la ceremonia, el instante en el que los niños reciben la primera comunión de manos del sacerdote. En ese momento, asegura Lucía, «se metió totalmente en medio, impidiendo realizar el trabajo por el que los padres me pagan. Reconozco que, ya cansada con su actitud, le puse la mano delante de su objetivo y le dije "ya está bien. Estás saliendo en todas las fotos" pero ni la toqué a ella ni a la cámara en ningún momento». La mujer señala que cuando bajó del altar, Daniel, el marido de la otra fotógrafa, «me agarró del brazo, me zarandeó y me dijo que me iba a romper la cámara y me iba a pegar cuando saliera de la iglesia». Todo ello, asegura, con los padres de los niños que se encontraban en la primera fila de bancos como testigos.

Levante-EMV habló con alguno de estos padres. Rafael Carbonell asegura que «yo vi cómo el marido de la otra fotógrafa agarró a Lucía del brazo, la bajó bruscamente de los escalones y la amenazó con pegarle fuera del templo. Yo mismo fui quien le dije que tuviera un poco de consideración y que no montara el número con los niños delante», asegura. Los padres refrendaron la versión de la fotógrafa de Bellreguard y aseguraron que Desireé «no tenía permiso para estar dentro de la iglesia. Había dos madres que la contrataron y tenían claro que la otra chica tenía que hacer fotos fuera del templo, no dentro».

Campaña contra ella en Facebook

Lucía Molina asegura que, para ella, la cosa acabó ahí. «Me fui a mi casa y ya está, pensé que fue un momento de calentón por parte de estas personas y me olvidé». Pero el martes su marido, Alfredo, recibió un mensaje de un amigo en el que le indicaba que una persona había colgado un mensaje en la red social Facebook en el que señalaba que Lucía había agredido a Desireé empujándola cuando esta iba a hacer las fotos de la primera comunión. A partir de ahí empezaron a llegar mensajes en contra de la empresa de Bellreguard.

Desireé y Daniel se negaron a dar su versión sí señalaron es totalmente opuesta a la de la otra mujer.