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«A los pueblos que nos encontramos en la frontera nadie nos quiere»

A escasos kilómetros de Cuenca, crece la percepción de desamparo por parte de la administración valenciana

Camporrobles es el último pueblo de la Comunitat Valenciana de la línea ferroviaria València-Cuenca-Madrid. Y eso lo tienen grabado a fuego. A escasos kilómetros de Castilla-La Mancha, su papel fronterizo genera una sensación de desamparo por parte de las administraciones. El hecho de que sea el único municipio valenciano de la línea que no tenga Cercanías no hace más que incrementar esa percepción. «A los pueblos que nos encontramos en la frontera nadie nos quiere», asevera Urbano, que llegó a Camporrobles en 1962 para quedarse a vivir allí.

En la misma línea se expresa José Gregorio, el farmacéutico del pueblo. «Si Camporrobles fuera de Castilla-la Mancha nos tratarían mejor. Seríamos el pueblo grande de la zona, tendríamos más servicios, un centro de salud... Pasas a Cuenca y el asfalto está mejor. En València nos tratan peor», argumenta. «Un buen servicio de tren es primordial para nosotros, porque atraería a la gente de los pueblos de alrededor», sostiene.

No obstante, hay quien prefiere mantener su vínculo con València. Es el caso de María del Carmen, la mujer de Urbano, que se queja de que el tren de las 9 de la mañana, el que tiene el horario más funcional para aprovechar el día, pasa en sentido a Cuenca. «Nosotros necesitamos ir hacia València, que es donde pagamos y donde tenemos el médico. ¿A qué vamos a ir a Cuenca? ¿A tocar la pianola? Pertenecemos a València, pero nos aíslan», reclama.

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