Los administradores de fincas del colegio de Valencia y Castelló han actuado en esta nueva coyuntura inmobiliaria como intermediarios entre inquilinos y propietarios aunque normalmente defienden los intereses de la propiedad. Susana Bolufer, colegiada 1006, afirma que conoce casos de inquilinos que han pasado «de pagar 356 euros a 800, es decir, han aceptado un incremento del 100%». Sin embargo, para evitar romper una relación cordial, que en muchos casos se remonta a varias décadas, lo que se ha hecho es incluir una renta gradual en los nuevos contratos y en 4 anualidades. «De esa forma, el inquilino paga una renta similiar a la anterior o un poco más alta, y paulatinamente, año a año va incrementando el pago hasta que en 4 años se llega a un alquiler acorde a los precios actuales de mercado». De esa forma, se evita que se rompa la relación contractual y que el local se llegue a quedar vacío. «Yo represento „indica Bolufer„ a los propietarios y en 3 casos que he tenido se ha llegado esta solución gradual, porque los dueños de los locales no quiere romper con personas y familias que concocen hace décadas; y además temen que si se va su inquilino actual, no puedan alquilar el local ya que hay muchos vacíos en Valencia». Bolufer confima que ha manejado contratos «manuscritos, que se habían escrito con pluma y letra inglesa», que hasta ahora estaban en vigor, con más de 50 años de antigüedad. En su caso, fueron tramitadas por su abuelo y su padre. Pero a la hora de actualizarlos, «la aplicación de la renta gradual ha sido una solución que beneficia a las dos partes, porque los propietarios no quieren perder a inquilinos que pagan religiosamente» en una coyuntura en la que hay una sobreoferta de locales vacíos en el mercado. Los inquilinos, por su parte, aceptan las subidas, pero con el incremento gradual, pueden ajustar mejor sus ingresos y costes para asegurar su viabilidad futura. j. m. v. valencia
