Y 111 días después, el Levante UD volvió a ganar. Con Paco López al mando, el equipo granota sumó ayer tres puntos de oro en un partido duro gracias a la efectividad en el balón parado, la valentía frente un rival correoso como el Getafe y la fortuna del equipo que nunca se da por vencido. Una victoria que enciende una luz al final del túnel, una alegría en medio de la triste oscuridad que sirve para reconciliar al Levante UD con sus señas de identidad. Ése es el milagro de Paco.

El Getafe dejó escapar vivo al Levante UD, atrevido pero frágil, en la primera parte. Los de Orriols saltaron al césped del Alfonso Pérez, maltrecho en algunas zonas por la acumulación de agua, con la intención de plantar batalla en campo rival. Nada de encerrarse en el área. «¡Valientes!», gritaba el de Silla a sus futbolistas en la caseta antes de empezar el partido. Le hicieron caso.

Con Campaña y Lerma en el doble pivote, Jason e Ivi en las bandas y Morales libre para el enganche con Roger en punta, el cuadro levantinista, ayer con el equipaje blanquinegro, no dejó de mirar hacia la portería rival. Sin embargo, el Getafe supo aprovechar las imprecisiones de los granotes en los primeros minutos. Sobre todo el tridente formado por Amath, Jorge Molina y Ángel. El delantero canario marró un remate franco dentro del área en los primeros compases, mientras que el alicantino envió el balón al palo pocos minutos después tras una doble pared originada en un grosero error de Cabaco.

El Levante UD focalizó el juego en las bandas. Ivi y Jason estuvieron muy activos, pero sin encontrar el camino hacia el área. En la circulación del balón, cualquier perdida en la medular se convertía en una contra letal de los de Bordalás, que se adaptaron mejor a las condiciones del campo. La velocidad de Amath y la picardía de Ángel (perdonó otra ocasión clara al rematar cruzado en un contragolpe), sumadas a la clase de Molina, desarmaron la zaga levantinista.

Pasada la primera media hora, con el Levante UD algo más certero en sus acciones y en busca de rentabilizar su presencia en campo rival, Cabrera soltó un feo codazo en el rostro de Roger, quien sufrió un brecha sangrienta en la ceja. El banquillo granota se alzó en bloque para protestar y la tarde madrileña se calentó. De la trifulca colectiva por la agresión se pasó a una tensión general que impregnó el resto del choque. Cada falta, cada duelo con el balón dividido se convirtió en susceptible de amonestación. El Levante UD llegó al descanso con cinco tarjetas (dos para jugadores suplentes) y muchas cuentas pendientes sobre el verde.

El partido mantuvo la misma línea en la segunda mitad. El Levante UD tiraba hacia arriba pero acusaba problemas a la hora de correr para atrás. A los diez minutos Oier sacó con los pies un remate de Molina, con muchos espacios a la espalda de Cabaco y Róber. El balón salió rechazado y Ángel, con la portería vacía y todo para marcar, mandó fuera un remate de cabeza algo forzado.

Con el paso de los minutos, sin que el empate acabase de convencer ni a unos ni a otros, el partido entró en un valle de juego. Dejaron de pasar cosas y se multiplicaron las interrupciones, las faltas, las entradas duras. Quizá porque todos guardaban fuerzas para el último tramo del encuentro.

López fue el primero en mover piezas, Boateng y Bardhi entraron por Jason y Roger. Piernas frescas para mantener al equipo cerca de la frontal de Guaita. El Levante UD ganó terreno. A un cuarto de hora para el final, el Getafe pedía a gritos el final. En un córner, Róber peinó con intención y el balón se estrelló en larguero. Fue un aviso. Al siguiente saque de esquina, Coke se desmarcó al segundo palo y cabeceó a la red. El madrileño se desquitó del gol de Mestalla y lo celebró como si fuerse el tanto de la permanencia. Lo puede ser. El partido murió ahí. No se jugó más. El milagro de Paco ya estaba obrado.