"Me ha cambiado el concepto de allí y de aquí, hay un antes y un después. Tengo muchos problemas que han dejado de serlo". La vida de Mónica Carrión ha experimentado un cambio después de participar como voluntaria en "Vacaciones solidarias", una iniciativa de la Fundación Telefónica.

Esta valenciana es una de los cientos de trabajadores de la empresa que ha viajado a varios países de Latinoamérica renunciando a parte de sus vacaciones para colaborar en la erradicación del trabajo infantil a través del programa "Proniño". Mónica y M.ª Jesús Pedraza cuentan su experiencia en Levante-EMV.

Mónica ha participado en dos ediciones de "Vacaciones solidarias" en Ecuador y Argentina. "He participado dos años en el programa Proniño, el primero fui como una voluntaria más y el segundo acudí como coordinadora", afirma. "Gastamos 15 días de nuestro período vacacional y la Fundación Telefónica paga los gastos de nuestra estancia. Aunque son vacaciones se trabaja mucho", asevera.

M.ª Jesús sólo ha participado en una edición. "Estuve colaborando en Villas Miseria, un barrio de Buenos Aires al que ni siquiera los taxistas querían llevarte. Al principio ves cosas muy fuertes, por ejemplo teníamos que ir con pinzas en la nariz o ponernos toallitas por el mal olor que había en la zona. No tienen nada. Lo compartes todo, te llevas una manzana y acabas compartiéndola con los niños. Ves historias terribles, malos tratos, pobreza. Hay niños que te decían que su padre y su abuelo eran la misma persona..."

Mónica Carrión señala que los planes del viaje se desbaratan nada más pisar tierra. "Te entran ganas de trabajar solo de ver lo que falta por hacer. Cuando llegas piensas que no todo será trabajar y que algo de tiempo te quedará para hacer un poco de turismo, pero al final te vuelcas totalmente las 24 horas del día".

Mónica destaca la gran acogida que les han dispensado los niños con los que trabajan. "En todos los proyectos siempre hay un voluntario local pero poco a poco los niños nos iban haciendo caso a los voluntarios españoles en vez de a los locales. Tienen un concepto tan idealizado de Europa que se vuelven locos con nosotros". "El programa logra, entre otras cosas, que los niños se vean importantes porque alguien de Europa ha renunciado a parte de sus vacaciones para dedicarse a éllos", apunta.

M.ª Jesús reconoce que la visión de la situación económica y social de estos países cambia en cuanto pisan tierra. "Aprendes mucho al trabajar sobre el terreno, no es lo mismo ver la miseria a través de la televisión que convivir con ella. Vivimos como lo hacen ellos y conoces historias que te marcan".

A Mónica le llamó la atención el escalafón de prioridades de la gente más modesta de Venezuela. "La forma de ver la vida de Venezuela me impactó bastante. He visto gente que tenía problemas para alimentarse pero, sin embargo, su aspecto físico es impecable: llevan ropa de marca, la blackberry... En Ecuador sólo ves miseria".

"La gente es muy generosa"

M.ª Jesús se deshace en elogios: "La gente en estos países es muy agradecida y generosa. Te dan lo poco que tienen. Me emocioné el día que me tenía que ir, los niños se abalanzaban sobre el taxi para que no me fuera".

"En Venezuela nos riñeron porque llorábamos porque no queríamos irnos. Es la primera vez que me he sentido útil. Me hubiera quedado en Ecuador de no tener ataduras en España", señala Mónica.

Los voluntarios que participan en la campaña de Telefónica renuncian a una parte de sus vacaciones para esta tarea solidaria, algo que no todo el mundo comprende. "Hay compañeros de trabajo que me decían que no comprendían que renunciara a las vacaciones para ir a estos países. Pero hay que hacerlo para saber que existe mucha gente que lo pasa muy mal y que vale la pena renunciar a algo para ayudar a los demás. Y al final te das cuenta de que no es un sacrificio, todo lo contrario, es una suerte por todo lo que vives y la gente que conoces", afirma M.ª Jesús.