Desde bien pequeño me dio por jugar al tenis quizá porque donde vivía había una pista de fútbol que se quedó sin porterías y varios niños decidimos desempolvar las viejas raquetas de nuestros padres y empezar a hacer el tonto. Algunos conseguimos engañarles y lograr que nos apuntaran a las clases, a partir de ahí€ lo demás es historia. No, no soy el nuevo Rafa Nadal, y el único trofeo que he ganado es el de solteros contra casados de mi finca. Sin embargo, recuerdo que una vez mi entrenador me habló de algo muy curioso que de un modo u otro me marcó, el «síndrome del brazo encogido». No tengo ni idea de si existe un término medico para esto, creo que se llama «Nikefobia» (Niké era la diosa griega de las victorias€) pero recuerdo muy bien lo que nos hizo sentir el entrenador cuando nos decía: «chicos, en los puntos decisivos, se os encoje el brazo». Me pareció un mensaje muy potente sobre el miedo a ganar que a veces nos acompaña.

Es algo que veo cada día en el ecosistema emprendedor. Este año he tenido la suerte de ver pasar más de 2.100 emprendedores por los procesos de selección de Demium Startups, y es curioso como personas con un talento excepcional, en momentos críticos se bloquean por el miedo al éxito.

Hay un matiz que me parece clave respecto a la capacidad de generar éxito, y es creerse capaz de generarlo cuando estás ante un match ball. Proyectarte ganando, verte haciéndolo, creértelo de verdad. Lo que conocemos vulgarmente como «crecerse». Esto es diferente a ser optimista y a veces lo confundimos. No es lo mismo ser optimista, que tener mentalidad ganadora. El optimista tiene una visión del mundo en la que de todo saca partido, incluso positiviza una derrota. El ganador, además de visualizarse ganando es capaz de hacerlo con una actitud de conquista ante los «puntos de partido», antes las situaciones con mayor nivel de demanda.

He conocido CEOs que están peleando todo un año una reunión con un inversor referente, y que antes de ésta, han hecho mil pitches en mil sitios, y todos con excelente feedback, y cuando llega la tan ansiada reunión, «se les encoge el brazo» y hacen la peor explicación posible de su empresa y la oportunidad que representa. Para ganar hay que proyectarse haciéndolo, hay que ser capaz de verse ganador, y esto es una cuestión de actitud. Mi socio Ismael Teijón siempre dice que «todo está en la mente» y aunque muchas veces nos echamos unas risas a su costa, no le falta razón. Somos lo que pensamos y si aprendemos a controlar nuestros pensamientos también podremos controlar el miedo al éxito.

S.Freud ya habló de esto, y lo bautizó como «Los que fracasan al triunfar», y me parece un maravilloso concepto relacionado con el bloqueo que produce a muchas personas visualizarse en un cambio de «estatus» después de una victoria en un asunto crítico.

¿Y si efectivamente cierro esa ronda de tantos cientos de miles de euros? ¿Y si entra ese socio y de repente puedo internacionalizar en 4 países? ¿Y si seguimos creciendo un 40% cada mes? ¿Y si dejo mi empresa, monto mi startup y resulta que va bien y esto se pone serio? ¿Y si doy esa charla y me vuelven a llamar para hacer de profesor? Hay mil escenarios, y un mismo factor común: escenarios futuros bloqueando escenarios presentes. Ganar, en definitiva es un salto al vacío, pero en el sentido literal.