Como un bálsamo ha sentado en las filas del Zenit de San Petersburgo el meritorio empate sacado en el campo del CSKA de Moscú. La remontada (2-2) alivia considerablemente la crisis que sufre el conjunto de André-Villas Boas, que padece los achaques de un arranque discreto de campeonato y que, en la última semana, se habían hecho sentir especialmente con el anuncio del técnico portugués de abandonar el banquillo del club a final de temporada. Las fricciones con la junta directiva, motivadas por la insatisfacción de Villas-Boas por el cierre del mercado de fichajes, ha sido uno de los detonantes. Y factores como la sanción de seis partidos al expreparador de Oporto, Chelsea y Tottenham por empujar a un colegiado no han contribuido a la tranquilidad.

El clima ha mejorado con el punto sumado ante el líder. Varios jugadores del equipo mostraban su satisfacción por haber recuperado «el carácter y la voluntad».

Axel Witsel, uno de los jugadores más destacados del Zenit, valoraba que se pudo levantar un 2-0 adverso «porque en la segunda parte jugamos mejor, para defender y para atacar todos juntos». El centrocampista belga atribuyó el mal inicio de partido „se perdía por dos goles en el minuto 22„ a «la mala suerte», en alusión al gol en propia puerta de su compatriota Lombaerts. «Todo el mundo puede cometer errores, nos puede pasar a cualquiera. Hems hecho todo lo posible para remontar y cuando marcamos sentimos el miedo en las filas del CSKA».

Entre los aspectos favorables que han elevado la moral del Zenit hubo otra acción decisiva, junto a al empate a falta de dos minutos de Smolkinov: el penalti que Lodygin le detuvo a Dzagoev, la estrella del CSKA.

El Zenit, vigente campeón ruso, llega a Mestalla tercero en la clasificación, con un saldo de 22 puntos tras cinco victorias, un empate y dos derrotas „las dos en su estadio ante el Krylya Sovetov y el Krasnodar„. Como principal punto a favor, los rusos tienen mayor rodaje físico con un mes más de competición.