"Casi no me lo creo. La última vez que estuve en Valencia nunca pensé que llegaría a saber dónde vivía mi abuelo, que conseguiría los papeles. No me lo creo." Así de emocionado se mostraba ayer Dean Burrier frente a la que fue, hace casi un siglo, la casa de su abuelo, entre la calle Doctor Lluch y la Travesía Pescadors, en El Cabanyal. Dean ha viajado desde Cleveland (Ohio, EE UU) hasta Valencia siguiendo su legado familiar.

Como ya contó este diario, este joven norteamericano ha pasado los últimos años reconstruyendo el pasado de su abuelo, un exiliado que se asentó en EE UU en los 40. Dean no llegó a conocer a Vicente Sanchis (1906-1987), un emigrante que pasó su juventud en El Cabanyal antes de buscar fortuna al otro lado del mundo alistándose en la Marina estadounidense.

Sanchis regresó a España para participar en la Guerra Civil dentro de la brigada estadounidense Abraham Lincoln, estuvo detenido en un campo de concentración y continuó en la trinchera con los americanos durante la II Guerra Mundial, por lo que consiguió la nacionalidad estadounidense.

Sanchis rehízo su vida en Ohio y todo vínculo con Valencia desapareció de la memoria familiar. Hasta que su nieto Dean, enamorado de la cultura española, decidió tirar del hilo hace unos años. Pese a no existir ningún lazo documental con Valencia, Burrier ha conseguido justificar la españolidad de su abuelo para poder acogerse así a la ley de Memoria Histórica y conseguir la nacionalidad española como descendiente de exiliado; una forma, dice, de "recuperar sus raíces". "Me sentí llamado a hacer esto por mi abuelo, por mi familia en general, y por mí mismo", asegura.

"Me impactó mucho pensar en mi abuelo y el hecho de que había localizado sus raíces hasta aquel punto tan exacto", explica ahora el joven americano, que está pasando unos días en Valencia con la familia que le ha ayudado a documentar el nacimiento de su abuelo en Valencia. Burrier, que durante su búsqueda se ha convertido en seguidor del Levante UD, está aprovechando este viaje para realizar un estudio sobre el club. Pero sobre todo para seguir las huellas de su abuelo exiliado: en las calles del barrio marinero donde le sitúan los censos de la época y también por Estivella y Picassent, localidades a las que estuvo vinculado. Un viaje de 7.000 kilómetros para reencontrarse con sus raíces.