Es una evidencia que el señor Mas no tiene apoyos suficientes para convertirse en el próximo presidente de la Generalitat de Catalunya. La CUP ya ha dicho por activa y por pasiva que no va a darle su voto en la investidura, por contra, propone al candidato de Junts Pel Si, Raül Romeva como presidenciable.

Sorprende que quien ha liderado el proceso independentista, aliándose con sus enemigos naturales, sus socios de gobierno, ERC y dejando en el camino a sus aliados naturales de Unió Democrática de Catalunya, no cuente con los apoyos suficientes para ser investido presidente en la primera vuelta, lo cual demuestra, dos cosas: la fragilidad de cualquier acuerdo o pacto dentro de esa amalgama multicolor de partidos de Junts Pel Sí, más allá de la independencia y la falta de apoyo social y parlamentario.

Un Parlamento donde más del 50% está en contra del proceso soberanista no les legitima a declarar la independencia de forma uniltareral, saltándose las reglas. ¿Que pasará cuando ellos dicten sus propias leyes? ¿Por qué habrán de cumplirse entonces, si ellos precisamente han llamado a la desobediencia?

Y si a eso sumamos, la otra fuerza política, la CUP, que con sus 300.000 votos, menos del 10% de los votos, se ha convertido en árbitro de la situación, el cóctel puede ser explosivo.

La desconexión como ellos lo llaman, es decir, la ruptura de Catalunya con el resto del Estado no tiene ni pies ni cabeza.

¿Cuánto está dispuesto a ceder el señor Mas para ser el nuevo presidente de la Generalitat y lograr el apoyo de la CUP?