«Ya soy enguerino», exclamó Joseph Gulsoy después de que el pleno extraordinario convocado por el Ayuntamiento de Enguera aprobó por unanimidad su nombramiento como hijo adoptivo. El catedrático de la Universidad de Toronto es uno de los filólogos que más ha estudiado la lengua de la Canal, visitándola en diversas ocasiones a propósito de sus investigaciones y trazando lazos que todavía hoy permanecen indelebles. Entre 1965 y 1973 recorrió los pueblos de la comarca en compañía de Sanchis Guarner preparando un estudio sobre las características lingüísticas de la zona que no pudieron acabar. Posteriormente, volvió para hacer un estudio sobre las denominaciones vegetales, y aún hoy continúa estudiando la lengua de la Canal para acabar el vocabulario, de características corominianas, que tiene entre manos. No obstante, la relación con Enguera ha sido especial y ha pervivido a lo largo del tiempo. Su trabajo de campo en la zona y el estudio de los escritores enguerinos en busca de recopilación de léxico y documentación de características fónicas le descubrieron una tierra hacia la que desarrolló «gran estima», como reconoce en su correspondencia con algunos autores enguerinos como Jaime Barberán.

Según reconoce el alcalde , Santiago Arévalo, son muchos los motivos por los que Gulsoy merecía el reconocimiento como hijo adoptivo, sin embargo, ha sido la celebración de las II jornadas sobre "els altres parlars valencians" que acogió Enguera, las que han permitido demostrarle el eterno agradecimiento que se le tiene por su conducta ejemplar en pro de los intereses de un pueblo y su contribución a la dignificación del habla enguerina. «Estamos orgullosos de nuestra historia dijo Arévalo y amamos nuestro patrimonio y la forma en la que los hijos de Enguera se expresan es nuestro patrimonio más valioso. Para nosotros es un gran tesoro poder recopilar todo esto, por eso, eres nuestro Indiana Jones particular, nuestro arqueólogo de las palabras», le dijo el alcalde.

Gulsoy, de 88 años, visiblemente emocionado, rememoró sus primeros contactos con el pueblo y los grandes amigos que conoció «me codeé con los personajes más intelectuales pero también con el pastor y con otra gente del pueblo que me consideró un amigo desde el principio y que nunca me dejaron pagarles por su contribución al estudio», bromeó.