«Si l'any que ve torneu a organitzar aquest concurs, jo us oferisc, fora de concurs, cuinar una paella gegant per a 1.000 persones, així no haureu de cuinar les deu o dotze paelles per als fallers i convidats. Ací queda això, dit està!». Las palabras, medio en broma y medio en serio, de Antonio Galbis, pronunciadas en 1979 en Guadassuar, entre amigos, acabaron llevándole a superar dos récords Guinness. Mucho se sabe sobre aquellas paellas gigantes para más de 100.000 personas que llevaron al cocinero arraigado en l'Alcúdia a convertirse en un referente mundial. Sin embargo, sólo la publicación de sus memorias ha desvelado el inicio de aquel camino situado entre el emprendimiento empresarial y la utopía gastronómica. «Antonio Galbis: «Història d'una il·lusió», ha sido escrito por Ximo Martínez Ortiz y José Vicente Navarro Rubio pero sobre la base de las memorias que, justo antes de morir, dejó el cocinero ribereño. El libro pertenece a la colección «Gent d'Ací» que edita el Ayuntamiento de l'Alcúdia y supone hoy un viaje a la mentalidad de un chef con un pasado humilde que nunca dejó de pensar a lo grande, a pesar de que aceptaba que, en sus inicios, los fogones no eran lo suyo.

El comentario de Galbis caló en algunos de los presentes y Lorenzo Millo lo publicó en este periódico. Una vez quedó plasmado negro sobre blanco, el compromiso adquirió seriedad y se empezaron, no sin reticencias y miedos al fracaso, a buscar las herramientas para hacerlo posible. Aquellos «locos» de la imaginación (Galbis se acompañó de Antonio Cogollos) encontró a Clausi, un trabajador del acero que, ni mucho menos, consideró que aquello debía quedar en agua de borrajas.

Sobre el resto de la historia se han escrito muchos párrafos. De aquel día al récord Guinness pasaron años de experimentación. También de críticas (sobre todo iniciales) de algunos que consideraban que aquella osadía cargaba contra la esencia del plato gastronómico más característico del pueblo valenciano. Sin embargo, Galbis demostró que el tamaño no estaba reñido con la calidad. Y eso que el cocinero de l'Alcúdia aceptaba que aquello era todo un mundo por descubrir: «Cocinar una buena paella no es una labor nada fácil, lo sé por la propia experiencia. La paella es un plato polémico, usando los mismos ingredientes unas salen mejores que otras. Nunca hay dos iguales», relata en sus memorias.

Las críticas no llegaron solas. A principios de la década de 1980 formó la sociedad familiar Paelles Gegants Galbis SL y llegó a cocinar unas veinticinco paellas al año, «de las que no llegué a cobrar ni la mitad», rememora en el libro, para añadir poco después: «No era un negocio ni lo veía por ningún lado, pero sí que era publicidad que, a la postre, también es dinero».

Con el tiempo, Galbis contabilizó más de medio millar de empresas dedicadas a la cocina de paellas gigantes. Lo que en un principio pareció un ejercicio de kamikaze empresarial, después fue un negocio sin parangón.

«Fideuà» gigante

Galbis, con el tiempo, no se sintió satisfecho con su atrevimiento y también acabó lanzándose a la confección de una «fideuà» gigante. La primera vez fue un 24 de agosto de 1982 en Gandia con motivo de la celebración del Día del Turista. Se confeccionaron exactamente 2.000 raciones. Ya no paró y hasta su fallecimiento siempre estuvo vinculado a las paellas más grandes. No sólo de tamaño.