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Entrevista

Consuelo Alfonso: "Ha habido actuaciones mínimas, pero el monte sigue abandonado"

«Hay un monte bajo lleno de matorrales que permite que cualquier conato de incendio se propague», lamenta

Consuelo Alfonso: "Ha habido actuaciones mínimas, pero el monte sigue abandonado"

Llega el verano y los vecinos de los pueblos del interior de la Comunitat Valenciana miran al monte. Temen al fuego, a los incendios que cada año devastan miles y miles de hectáreas y lastran el modo de vida de estas personas, en lugares que, ya de por sí, se están vaciando. Para defender los intereses de estas poblaciones nació en 2006 la Asociación de Municipios Forestales (Amufor) que, con sede en Enguera, integra a un total de 60 municipios de la Comunitat Valenciana -32 de València, 19 de Castelló y 9 de Alicante-. Recientemente fue elegida como presidenta de la entidad Consuelo Alfonso, la alcaldesa de Andilla, una localidad de la comarca de los Serranos que, pese a su escaso número de habitantes, alberga una de las mayores masas forestales de toda la región valenciana. Allí, en 2012, las llamas arrasaron más de 23.000 hectáreas en una de las mayores catástrofes medioambientales de este siglo en España. Alfonso lo tiene claro: «Hay que actuar para mejorar la prevención de incendios, hay que limpiar el bajo monte».

P Estamos en pleno verano, con varias olas de calor a cuestas, el riesgo de incendio forestal es máximo. ¿Están preparados nuestros montes para su prevención?

R No, no están preparados. Hay actuaciones mínimas, pero el monte sigue abandonado. Hay un monte bajo lleno de matorrales que permite que cualquier conato de incendio se pueda propagar fácilmente. Estamos en muchos pueblos así. Es cierto que se han hecho algunos cortafuegos, pero se necesitan más actuaciones.

P ¿Qué medidas se deberían tomar para incrementar la efectividad de la prevención de incendios?

R Principalmente, la limpieza del monte bajo. Por ejemplo, aquí en Andilla hubo un gran incendio en 2012 y ha habido una buena regeneración, pero ahora es necesario actuar para limpiar ese monte bajo. También habría que aprovechar la biomasa y potenciar la silvicultura, que, además, van ligados al desarrollo de la vida rural. Y cuidar los acuíferos, que están todavía más secos por culpa del exceso de monte bajo, que absorbe demasiada agua.

P Buena parte de esos fuegos son provocados por la acción humana, ya sea de forma intencionada o por negligencia. ¿Qué se puede hacer para concienciar todavía más a la gente?

R Contra el pirómano no se puede hacer nada, pero en el tema de los agricultores con la quema de rastrojos creo que hay que dar alternativas para deshacerse de esos restos, como por ejemplo, el uso de biotrituradoras. Si únicamente prohíbes la quema generas un residuo que, además, se convierte en un combustible. Por eso hay que dar soluciones para eliminarlos. Y, por lo demás, es necesario seguir concienciando a la gente de que deben cuidar a sus bosques. Hay que ser consciente de la importancia que tiene el monte también para la ciudad, para mejorar su calidad del aire. Si los bosques quedan arrasados, a ver quién respira el aire que quedaría.

P En la última legislatura hubo un intenso debate sobre la limpieza de los montes. ¿Es partidaria de la acción humana sobre ellos?

R Por supuesto, hay que actuar sobre el monte, porque además permite generar una economía que hay que aprovechar. Hay quien dirá que hay que dejar que la vegetación y el monte bajo crezcan por su cuenta sin tocarlo, pero yo creo que es necesario un equilibrio para poder disfrutar del monte. Insisto, hay que limpiar ese monte bajo. Es más, así se aprovecha la biomasa, que sirve para generar energía de forma verde. Pero la biomasa no es la única manera de actuar. El ganado también ayuda a la conservación del monte, y para que pueda pasar por allí necesita que el monte bajo esté limpio. De hecho, hay proyectos a nivel europeo para introducir el pastoreo en la protección de los bosques. Son métodos tradicionales que teníamos y que ahora hay que recuperar.

P Hace siete años, su pueblo, Andilla, sufrió uno de los mayores incendios en lo que va de siglo ya no en la Comunitat Valenciana, sino en toda España. ¿Cómo afectó aquella catástrofe a sus vecinos?

R Causó un gran dolor, pero afectó sobre todo a nivel paisajístico. Gracias a la actuación de las brigadas forestales, los bomberos y la UME se consiguió proteger las viviendas y que no hubiera daños en el casco urbano. Si hubiera afectado a las viviendas, mucha gente habría dejado ya de venir después.

P ¿Qué secuelas quedan todavía de aquello?

R Aún quedan secuelas, sobre todo, en sitios que por la orografía son inaccesibles. Allí permanecen todavía los restos de los pies de los pinos quemados. La regeneración del bosque ha sido brutal, pero ahora es necesario hacer clareos. Si no se hacen, los pinos que están saliendo, en gran cantidad, chocan entre ellos e impiden su propio crecimiento. Esos clareos son necesarios para que los pinos más fuertes crezcan y salgan adelante, y así se puedan recuperar los bosques que teníamos antes del incendio.

P Es decir, hay que actuar ahora cortando una cierta cantidad de esos pinos...

R Sí, recientemente demostramos en unas jornadas de Amufor que si se actúa así el monte se regenera mejor. Pero para eso necesitamos unas brigadas permanentes, no solo de seis meses, y que vengan para trabajar por unos proyectos concretos redactados por ingenieros forestales preparados para ello. La limpieza de ese monte bajo es, además, necesaria para prevenir nuevos incendios.

P ¿Qué puede hacer Amufor para luchar contra la despoblación?

R Queremos ser la voz de los municipios. Nuestro reto es llevar la voz de las necesidades del mundo rural. Estamos inmersos en proyectos europeos para el aprovechamiento de la biomasa forestal, para que se hagan realidad en la Comunitat Valenciana. Las decisiones son de la conselleria, pero nosotros somos conocedores de nuestra realidad, y queremos trabajar codo con codo. Estos proyectos podrían generar una economía necesaria para frenar la despoblación, y además ayudarían a luchar contra el cambio climático. También queremos proteger nuestros abrigos rupestres, que son auténticos museos en el monte.

P ¿Y qué le parece que la mayor parte de las medidas para frenar el éxodo rural se tomen precisamente desde las ciudades?

R Precisamente reclamamos eso, que nos tengan en cuenta. Por lo menos tanto el Gobierno central, como la conselleria y la diputación ya nos tienen en la agenda. Ahora hay que empezar a trabajar. En València están los organismos de decisión, pero debemos tener voz y nos deben escuchar. Al final, realmente todo es dinero, la gente necesita un trabajo y poder vivir, ya sea en los pueblos pequeños o en la ciudad. Se deben poner en valor nuestros recursos para ello.

P Por último, caza, ¿sí o no?

R Sí. De hecho, hemos firmado un documento de apoyo a la federación de caza. Antes yo era «anticaza» totalmente, pero porque desconocía lo que era el mundo de la caza. Es cierto que hay algunos cazadores «depredadores», que habría que eliminar, pero la mayoría son muy respetuosos con el medio ambiente. La caza sirve para mantener el equilibrio. Hay animales como los jabalíes o los zorros que no tienen depredadores naturales, y que es necesario controlarlos. Eso sí, la caza es necesaria, pero debe ser controlada. El que es buen cazador defiende a los animales más de lo que pensamos.

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