Con más de 45 años dedicados a la docencia y la investigación, finalizan estos días su actividad los catedráticos del campus de Ciencias de la Universitat de València, Antonio Martínez Naveira (Geometría y Topología) y Miquel De Renzi (Paleontología). Ambos han cumplido los 70 años y la jubilación forzosa les obliga a dejar las clases, aunque los dos desean continuar como profesores eméritos porque consideran que tienen todavía mucho qué enseñar. Su vinculación laboral concluye a 30 de septiembre de 2011. En su memoria están sus maestros y sus discípulos.

Sin alharacas, se despidió ayer de sus alumnos el catedrático de Paleontología, Miquel De Renzi (Barcelona-1941), en la que fue su última clase, de momento. No tenía idea de celebrarlo de ninguna forma; «no quiero hacer ruido con los alumnos», comentó este profesor que también es poeta, con varios libros publicados. «Me encuentro normal», aseguró. Su intención, no obstante, sería poder continuar como emérito para impartir cursos de postgrado y doctorado además de mantener la investigación.

«No es una jubilación voluntaria. Éste es un mal sistema porque estás en tu mejor momento, normalmente. Te queda como un mal regusto porque todavía tengo muchas cosas que hacer: estoy propuesto para el comité científico de un congreso, cursos, colaboraciones en publicaciones...» explicó ayer De Renzi a Levante-EMV, minutos antes de impartir la docencia que ha estado compaginando con los cursos de master.

La suya es una trayectoria de casi medio siglo dedicada a la enseñanza que incluye la dirección de 16 tesis de doctorado, la responsabilidad durante años de la sección de su especialidad en el Institut Cavanilles, el estudio sobre la evolución en general y la morfología a través de fósiles, en particular, así como la participación en libros.

De los 60 estudiantes matriculados de segundo curso en la optativa de Paleontología —asignatura que ha estado dando en valenciano hasta este curso que le ha tocado en castellano— en la todavía licenciatura de Biológicas, acudieron siete en el intempestivo turno de las 14.30 a 15.30 horas de un viernes de mediados de mayo —horario adjudicado sin tener en cuenta a quien le tocaba—. Sin sentarse en todo el tiempo y apoyado por unas láminas proyectadas, explicó sobre las causas de la extinción y su rol en la evolución. Su despedida fue un escueta: «Ésta es mi última clase de grado. Éste es el curso de Paleología que os quería dar. Muchas gracias por vuestra atención». No hubo aplausos de un estudiantado muy joven, aunque uno de sus discípulos, Luis, afirmó a este diario que «tengo muy buena opinión del profesor. Sus lecciones son muy interesantes y siempre deja puertas abiertas para la reflexión».

«Me ha hecho muy feliz»

En otro bloque de edificios en el mismo campus de Burjassot, en la Facultad de Matemáticas, el catedrático Antonio Martínez Naveira, (1940-La Coruña), concluyó sus clases de primero y segundo ciclo en el primer cuatrimestre y ahora se ha estado dedicando a los alumnos de doctorado.

«La Universidad ha sido excepcional para mí. Me ha permitido, a parte de darme los medios económicos suficientes para vivir, trabajar en lo que me gusta, he conocido el ambiente científico, matemático, en las tres universidades de España en la que he sido profesor (Santiago, Granada y Valencia), en universidades internacionales, tengo grandes amigos. En una palabra: Me ha hecho feliz», aseguró ayer el profesor Martínez Naveira.

Así, este especialista en Geometría diferencial argumenta que quiere seguir en la vida académica porque es «muy agradable cuando uno se encuentra realizando un trabajo como éste y puede continuar la labor científica y personal con los compañeros. Te permite seguir conociendo más geografía, la historia, las costumbres de todos los pueblos. Continuar trabajando en la matemática pura, aportando investigaciones. Tengo pendientes varias invitaciones en universidades. Me sentiría muy feliz», apunta. Pero si no le concedieran el grado de emérito, añade que no dejaría de investigar y de viajar.

El catedrático Antonio Martínez, nacido en una pequeña aldea gallega, pasó por París y Granada antes de llegar a Valencia en 1976. Durante todo este tiempo, montó el departamento de Geometría y Topología en la Universitat —en el que ha sido director durante 19 años—, presidió durante cinco años la Real Sociedad Matemática Española e impartió la lección magistral de apertura de curso en 1998 a la vez que ha dirigido 17 tesis doctorales y tiene discípulos diseminados por once universidades, muchos de ellos ya catedráticos.

«Me siento un sembrador»

El entusiasmo por el trabajo es mutuo. El catedrático De Renzi indica que «me siento un sembrador» porque «siempre se recoge. Lo últimos doctores que he formado han sido muy buenos alumnos mios» asegura con satisfacción y recuerda como alumna a la director del Museo de Ciencias Naturales de Valencia, Margarita Belinchón.

Respecto a a la necesidad de dar paso a las nuevas generaciones y rejuvenecer la Universitat, el profesor de Paleontología añade que «es algo que se está diciendo mucho pero creo que hay una experiencia que no se puede soslayar».

Mientras, el catedrático Martínez Naveira, en su despacho, afirma: «Con 70 años se pierde en capacidad de trabajo y se gana en coeficiente de reflexión. Físicamente me encuentro muy bien».

La lección que le gustaría que sus alumnos aprendieran de él es que «sean buenas personas con sus compañeros, con sus amigos, con la sociedad; que procuren ser responsables en el puesto de trabajo que tengan que desempeñar en la vida. Un amigo me decía que en la Universidad nosotros les damos a los estudiantes varias oportunidades para aprobar las asignaturas, pero la vida no les va a dar más que una por lo que debemos saber discernir para sacar las mejores consecuencias».

Como uno de los primeros que pudo realizar una parte de su formación en el extranjero, en París en su caso, por unas becas del Ministerio de Educación de 1965, advierte que «un estudiante sin idiomas ahora no va a ningún lado. Todos deberían saber muchas lenguas y éste es un grave problema en España».

El profesor Miquel De Renzi concluye «falla en la enseñanza la cuestión del esfuerzo. He tenido las primeras promociones de alumnos, que les entusiasmabas. Ahora tengo unos que, generacionalmente, son sus hijos pero parece como si pasaran de todo»

Jubilaciones forzosas y selección como profesores eméritos

Llegados los 70, los profesores de la universidad española deben jubilarse forzosamente. Sin embargo, existen dos tipos de figuras para recuperarles: la del emérito, que le permite impartir doctorados y postgrados (en la Universitat hay un cupo de unos 20 y tienen que haber prestado «servicios destacados» en 15 años) o la del extraordinario, sin remuneración económica y que colabora en equipos de investigación.

Este año deben jubilarse los profesores que nacieron en 1941 o los de 1940 que cumplen la edad reglamentaria a lo largo del curso, aunque estarán en activo hasta el 30 de septiembre de 2011.

En la Universitat de València, algunos de estos profesores son los catedráticos Carmen Leal, Olga Quiñones, Emilio Valiño, Mercedes Torrevejaño, Enrique Gómez, Alvaro López o Fernando Peris. Varios de ellos, no todos, han solicitado ser seleccionados como profesores eméritos y están a la espera de la evaluación por parte de las comisiones respectivas.

En la Universitat Politècnica de València estaría a punto de jubilarse el catedrático José Luis Manglano, quien también fue rector de la Universidad Cardenal Herrera-CEU. m. d. valencia