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«El mito de que la informática es para hombres se rompe en estas clases»

Las mujeres copan las aulas de los talleres informáticos impartidos en el centro para mayores de Monteolivete

El profesor Salva Reyes indica a sus alumnas el ejercicio. germán Caballero

Isabel Marco estudió, al igual que Margarita García, magisterio. La primera ejerció su oficio durante unos cuantos años, pero cuando tuvo sus dos primeros hijos cesó en su actividad profesional para cuidar de ellos, como tantas otras mujeres hicieron. En el caso de Margarita, su pasado no fue tan halagüeño. Ni siquiera llegó a ejercer su profesión. «Fui secretaria durante una temporada y después lo dejé».

Ambas coinciden en que no haber desempeñado la profesión para la que se formaron en el pasado está influyendo en las decisiones del presente.

«Me motiva la pasión por saber, por conocer, por marcarme retos y cumplirlos. Saber que soy capaz de hacerlos me mantiene con energía cada día», asegura Isabel.

Margarita, por su parte, reconoce que el saber no ocupa lugar ni edad. «No deberíamos poner tope al aprendizaje, ahora que tenemos tiempo es cuando debemos aprovechar», aconseja.

Mientras, Salva Reyes cuenta con los dedos el número de mujeres que ocupan la sala de informática del centro para mayores de Monteolivete. Seis mujeres y tan solo un hombre.

«Las mujeres son más proclives a querer aprender. Si vas a un centro como este y te acercas al bar es donde encontrarás al resto de hombres: jugando una partida al dominó, a las cartas o tomándose un café», lamenta Reyes.

Según Isabel, las trabas que el pasado les impuso a mujeres como ella, o como a Margarita, ha hecho que ahora se sientan más estimuladas para seguir aprendiendo.

Por contra, lamenta el comportamiento de los varones. «Creo que todo depende de que en su pasado hayan hecho todo lo que quisieron o no. En este caso, ya desempeñaron su función como trabajadores. Ahora solo quieren descansar y eligen jugar a la petanca. No les culpo», reconoce Isabel.

Al contrario de lo que ocurre en el aula de Isabel y Margarita, las clases de Salva transcurrieron de forma muy diferente. Sus compañeros, según relata, eran casi todos hombres: «Éramos 24 en clase y solo una de ellos era mujer. Es increíble cómo se sigue conceptualizando algunos mundo a un género u otro. Concretamente en este al hombre».

Así, la tendencia que acompañaba el aprendizaje de ciertos estudios en relación al género se ha revertido con la edad de los estudiantes. De esta forma, las mujeres copan los diferentes cursos ofertados frente a la escasez de alumnos varones que optan por ampliar sus conocimientos. Desean enriquecerse culturalmente y no dejar de formarse, aprovechando con una edad más avanzada, las oportunidades que les brindan.

¿El resultado? Una amplia mayoría de alumnas que insisten en aprender nuevos conceptos y adaptarse a un mundo donde los conocimientos tecnológicos son indispensables. Gracias a sus esfuerzos, son cada vez más capaces de desenvolverse en una realidad conectada a través de Internet, superando unas barreras que hace algunos años no contemplaban que fueran posibles de derribar.

Así, las nuevas oportunidades surgidas a través de talleres y cursos han logrado fomentar la iniciativa de personas que desconocían el uso de la mayor parte de la tecnología y, cada vez en mayor número, se introducen con total conocimiento en la era digital para valerse por sí mismas.

De esta forma, el técnico de informática Salva Reyes reconoce que: «Silenciosamente, mujeres como Margarita e Isabel están haciendo toda una revolución, están marcando la diferencia y rompiendo los estereotipos y mitos como el que asegura que la informática es únicamente para hombres».

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