«Mi traumatólogo me dijo que si me llamaban para ir a operarme al plan de choque, que podía elegir, pero que tuviera en cuenta que después podría tener problemas con la rehabilitación. Es lo que me dijo mi médico y le voy a hacer caso». Mª Dolores (nombre ficticio), vecina de Valencia y de 64 años lleva aguantando un menisco roto desde septiembre y en lista de espera para pasar por quirófano desde finales de noviembre. No tardará mucho en llegarle la carta de su hospital para operarse en una clínica privada tras cumplir los tres meses en lista de espera pero tiene claro que hará caso a su especialista y no tiene intención de irse a la privada.

Al igual que a Mª Dolores, son muchos los pacientes de Traumatología que reciben la misma recomendación de sus especialistas de la pública con una u otra excusa: «No se opere en la privada, espérese que ya le opero yo».

En enero, al igual que va a hacer Mª Dolores, 2.757 pacientes de los 4.622 a los que se les ofreció (el 59,6 %) dijeron no a operarse en la privada, una cifra demasiado alta para la Conselleria de Sanidad que va a iniciar una consulta para saber el por qué de este porcentaje que mina una de las vías abiertas para atajar las listas de espera: la derivación de pacientes a hospitales privados, el llamado plan de choque. Parte del problema podría estar, sin embargo, en el interior del sistema, al menos en la especialidad de Traumatología.

«Es habitual en prótesis»

Puede que no sea una práctica generalizada pero sí es conocida: los propios especialistas en Traumatología de los hospitales públicos son los primeros que recomiendan a sus pacientes no aceptar el ofrecimiento de ir a operarse en una clínica privada.

En el caso de Mª Dolores, la excusa fue la rehabilitación (que en principio sí está incluida en el sistema público aunque el paciente se opere en la privada) pero en la mayoría de casos simplemente se aconseja no ir. «Es cierto que es más o menos habitual hacer esa recomendación, sobre todo con cuestiones de largo recorrido como las prótesis», reconoce un jefe de servicio de Traumatología de un hospital público valenciano.

La norma marca unos plazos para que los especialistas de la privada mantengan en seguimiento a los pacientes derivados desde la pública, en principio seis meses, «pero para prótesis que tienen un seguimiento de a lo mejor cinco años como cadera o rodilla, es habitual que se aconseje esperar y operarse en la pública para no tener problemas el día de mañana», reconoce este responsable médico. «No es igual un juanete que un implante», justifica.

Si la Conselleria de Sanidad realiza la encuesta anunciada sobre las negativas, se podrá saber el peso que tienen estas recomendaciones de los traumatólogos, especialidad junto a Oftalmología que aglutina a mayor volumen de pacientes en lista de espera: uno de cada tres y que más días de demora media tiene sobre todo para operaciones de implantes de rodilla y cadera.

«Nos hacemos cargo»

Profesionales de Traumatología que trabajan en la privada critican, sin embargo, que se recurra a la excusa del seguimiento de cinco años de los implantes para aconsejar a sus pacientes no ir al plan de choque. «Nosotros tenemos un compromiso por ley de seis meses para con nuestros pacientes pero en los implantes al tercer mes ya sabes si va a ir bien o regular. Si va a ir la cosa bien, en cinco años se puede hacer una radiografía anual pero se hace por inercia si no hay complicaciones y se puede hacer en la pública», razona este especialista que defiende el buen hacer de los cirujanos de la privada. «Nuestros pacientes nos importan y si algo ha salido mal, por supuesto que nos hacemos cargo, yo al menos lo hago».

Traumatólogos consultados por este diario apuntan a que el mantener una lista de espera «abultada» en sus servicios sería también una forma de «poder» ante las direcciones de los hospitales para poder reclamar más recursos y «también hay algo de prurito profesional: aquello de este es mi paciente y quiero resolver yo el problema» aunque eso no quita para que a la privada lleguen casos «verdaderamente complicados». La consecuencia es que, mientras, los pacientes siguen sumando días de espera y las listas para pasar por quirófano no bajan.