Funciona desde 1856 en el mismo emplazamiento. Es la potabilizadora más antigua de Europa que sigue en funcionamiento con más de 160 años de historia e implementa con el paso del tiempo sus sistemas de tratamiento de agua. Es la planta de La Presa, en Manises, una de las dos (la otra es el Realón de Picassent) propiedad del Ayuntamiento de València, cuyas competencias son de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi) y gestionada por Emivasa (Ayuntamiento de València y Global Omnium).

Una vista general de la potabilizadora de agua La Presa de Manises. | FERNANDO BUSTAMANTE

Las instalaciones de Manises ocupan hoy en día 13 hectáreas y todavía conservan elementos originales e históricos desde su construcción, como la primera sala de bombeo de agua que data de 1906 (y estuvo activa hasta 2019) o donde el jefe pagaba los salarios, un edificio construido en el año 1910.

El objetivo es el mismo entonces y ahora, a pesar de que ha pasado más de un siglo desde el inicio de la actividad: potabilizar el agua para hacerla apta para el consumo humano y bombearla después a la red de abastecimiento para València y los 48 pueblos de su área metropolitana. Un perímetro que se ampliará a más municipios, según se prevé. Primero se incorporó un azud de captación de agua que llega del caudal del río Túria o del canal artificial Júcar-Túria. Allí empezaba un proceso de tratamiento que envia a las tuberías ese líquido tratado y listo para ingerir. Con los años, ha habido grandes mejoras en la microbiología que han permitido perfeccionar el proceso de captación, tratamiento y abastecimiento de agua potable a cerca de 1,6 millones de personas. El proceso de filtración empleaba arena silicia para separar y eliminar partículas bacterianas y en los últimos años se ha incorporado el uso de carbón activo en este proceso. ¿Por qué?

Inactivar bacterias al 99 %

Según explicó el personal técnico, el carbón cuenta con un poder de adsorción más amplio, que permite que el fango que se extraiga del agua se reutilice como compuesto orgánico en la agricultura. La Presa de Manises se implementa para ser sostenible, eficiente energéticamente y circular. Una vez se ha filtrado el agua en las balsas, se introduce en un tubo de 1,5 metros de diámetro sometido a radiación ultravioleta. Objetivo: desactivar las bacterias y virus a través de 84 lámparas. Esta tecnología elimina el 99,9% de las partículas existentes. Después, en completa oscuridad (para que no se formen nuevas partículas bacterianas), el agua tratada se bombea a la red. La planta trabaja las 24 horas del día.

Por la noche llena los depósitos y los prepara para uno de los picos de consumo de agua: las duchas de la mañana. La planta potabilizadora tiene proyectos futuros para optimizar su práctica sostenible. En marzo de 2022, la instalación de varias placas solares permitirá que el 15 % del consumo sea de energía producida. Además, un sistema algorítmico podrá predecir cuáles son los momentos más aptos para la producción y el consumo, para así planificar el tratamiento de caudales con la vista puesta en el ahorro energético.