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Relatos de libertad en la cárcel franquista

Una editorial valenciana publica ahora «El Premio», un libro que el preso regaló a su niño por Reyes elaborado por varios encarcelados

La portada de «El Premio» editado ahora por l’Encobert. | LEVANTE-EMV

«Mi querido hijo:Hoy he cambiado de disco; y en lugar del dibujo de una fiera, te mando el de ese manso faisán azul. Lástima que ese animal de tan bello plumaje y carne tan exquisita no se conforme con vivir en granjas, y mucho menos en los sucios gallineros de las casas. Aunque yo creo que hace bien, ¡porque mira que de volar libremente por el bosque a estar siempre metido en el corral hay diferencia! Mamá te explicará bien ese dibujo y por qué ese faisán no quiere perder su libertad. Mientras te lo explica, le das tantos besos como a ti te envía, que son muchos, tu papá». Esto escribió Cipriano Salvador Gijón (Pedro Muñoz, 1894- Toro 1975) para acompañar uno de los dibujos que dedicó a su hijo desde la cárcel. Salvador fue un pintor y escritor republicano encarcelado por la desaparición de un cuadro de Yáñez de Almedina durante la Guerra Civil. Elaboró material literario y artístico infantil para su hijo, al que apenas conocía, dentro de los barrotes penitenciarios. Su objetivo: trasladar al pequeño, al que dejó siendo un bebé, los valores de libertad, fraternidad e igualdad para evitar que el régimen formara su imaginario y se adueñara, también de su forma de ver el mundo.

«Fue separado de su esposa y de su bebé al acabar la guerra. No quería que el niño lo viese en un estado tan lamentable, pero tampoco quiso ser un padre ausente. Aunque lo que más le aterraba era que su retoño fuese educado en los ideales de intolerancia de sus verdugos», explican sobre su vida.

Un regalo de Reyes para su hijo

El calvario penal de Salvador Gijón arrancó el 31 de marzo de 1939 en el calabozo de Infantes, donde fue aislado a la espera de un juicio. Tras la ratificación de su estancia en prisión, en 1940, fue trasladado a la prisión provincial de Ciudad Real, condenado a muerte y con la pena conmutada a 30 años de trabajos forzados. Su destino en 1941 fue en Navarra. Más tarde sería trasladado a la colonia El Dueso, en Cantabria.

Fue en ese infierno donde se reencontró con el arte para evadirse del frío y del hambre. En la Navidad de 1943, y desde el penal franquista de El Dueso, Cipriano participa en los talleres artísticos que De Rivas Cherif (cuñado de Azaña y revolucionario del teatro español del Siglo XX) y convence a otros intelectuales antifascistas para publicar un libro infantil, «El Premio», como regalo de Reyes para su hijo de cinco años.

Ahora, la editorial valenciana Llibres de l’Encobert acaba de publicar este cuento infantil inédito que un grupo de presos republicanos del penal franquista de El Dueso escribió y dibujó para que el hijo de Cipriano Salvador, no se quedara sin regalo de Reyes. El manuscrito, conservado durante ocho décadas por el destinatario, ha sido restaurado para la ocasión por el diseñador Willie Kaminski. Además del cuento que le da nombre, el libro incluye una investigación de más de dos años de José A. López Camarillas, con fotografías y postales originales a todo color, que explica de manera divulgativa la historia de los talleres artísticos que montó De Rivas Cherif (el cuñado de Azaña) dentro de las cárceles franquistas y la vida de Cipriano Salvador Gijón, un quijotesco pintor y escritor manchego que fue separado de su bebé al acabar la guerra civil por salvar una importante tabla de Yáñez de la Almedina, el discípulo español de Leonardo Da Vinci.

Cooperación y apoyo mutuo

«El Premio» narra en verso la historia de un aula con diferentes animales como alumnos, representación de la diversidad de la sociedad. El elefante, el alumno estudioso y responsable, pese a que sus compañeros lo han maltratado durante todo el curso, decide compartir con ellos su premio por sacar buenas notas: una bañera llena de natillas. La principal moraleja es que hay que tender la mano a todas las personas, especialmente a las más necesitadas, aunque no nos traten de primeras como quisiéramos, pues quizá su respuesta es una actitud defensiva ante problemas que desconocemos. El destinatario de este premio ha guardado durante ochenta años este primer recuerdo de su padre como un tesoro y ahora lo cede a las nuevas generaciones.

El volumen y la investigación de López Camarillas que acompaña al relato explica la relación de Cipriano con el niño, al que trató de educar a distancia en los valores democráticos con dibujos, postales y viñetas sobre el Quijote y sobre animales para saltar la censura. También aporta las pruebas que «demuestran que Cipriano Salvador no destruyó la tabla La Santa Generación de Yáñez (actualmente en El Prado), sino que la salvó durante la guerra en Almedina (Ciudad Real) y que fue acusado injustamente para encubrir una corruptela entre el director del museo y un sacerdote de su pueblo».

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