La fuerza de la tierra: un año después del gran incendio de Bejís

El 15 de agosto se cumple un año del terrible incendio de Bejís que asoló 20.000 hectáreas de monte y obligó a evacuar a 1.500 vecinos

Un año después los vecinos de los municipios afectados siguen mirando hacia el futuro donde la esperanza y la fortaleza son las claves

Marina Falcó

Marina Falcó

"Manuel es un ejemplo de cómo ha reaccionado todo el pueblo, si nos caemos, nos volvemos a levantar y seguimos". Quien así habla es Fernando Marco, director de la Cooperativa de Viver, quien pone de referencia de superación a Manuel Blanch Romero, un agricultor octogenario que vio como el brutal incendio que asoló 20.000 hectáreas en la comarca de l'Alt Palancia el verano pasado quemó parte de sus campos de almendros.

El 15 de agosto se cumplirá un año de una de las mayores catástrofes naturales de la Comunitat Valenciana y Manuel es, precisamente, un reflejo de la fuerza que da la tierra para superar una tragedia de dimensiones épicas. Él, que avistó el resplandor de las llamas la noche del 14 de agosto mientras cenaba con unos amigos y familiares, tuvo que arrancar cerca de 200 árboles de su cultivo porque las lenguas de fuego no tuvieron piedad con ellos. Doce meses después, unos pequeños almendros han reemplazado a los ejemplares afectados y como bien decía Marco, "se ha vuelto a levantar". Hoy, como todas las mañanas, ha vuelto a trabajar en sus campos porque la vida continúa.

Ya asoman brotes verdes en el monte

El tiempo es el aliado más potente para superar las tragedias y por supuesto también ha ayudado a los vecinos de la localidad de Bejís, epicentro del incendio. Pero no solo ha sido el paso de los días el reponsable de que en las lomas de la zona ya asomen brotes verdes, sino que algunos vecinos de este municipio unieron esfuerzo y crearon Oriwa, una plataforma social que trabaja por la reforestación y recuperación socioeconómica de Bejís, El Toro, Torás, Teresa y Sacañet, municipios y pedanías más afectadas por el fuego.

Ángel Gil es el portavoz de esta asociación sin ánimo de lucro que el 15 de agosto va a celebrar un acto conmemorativo en Bejís. Un centenar de personas recorrerán las calles del pueblo para plantar un roble valenciano a los pies del acueducto que será regado con agua de las cinco localidades.

"Los signos de recuperación que se ven ya en el monte están ayudando mucho al optimismo entre los vecinos", explica Ángel, quien junto a otros miembros de la organización han desarrollado numerosas acciones durante este año para repoblar la montaña y cuidar del paraje que los rodea, como por ejemplo, quitar la 'basuraleza' del bosque. Así es como llaman a los restos de basura que quedaron a la vista después de que las llamas desnudaran los montes.

De la mano de este miembro de Oriwa, una redactora y un fotoperiodista de Levante-EMV recorre las calles de Bejís para conocer de primera mano cuál es la sensación que queda entre los vecinos de la localidad ante la llegada del aniversario.

Durante el paseo nos encontramos con Luis Palomar, un bejisero de nacimiento a quien el inicio del incendio le sorprendió en València a donde se había desplazado para una visita médica. Afortunadamente tiene hijos viviendo en la capital y pudo quedarse con ellos varios días mientras el resto de sus vecinos tuvieron que ser evacuados. No hay que olvidar que 1.500 personas se vieron obligadas a abandonar sus viviendas ante el peligro que representaban las llamas.

Luis es natural de Bejís y el inicio del incendio le sorprendió en València.

Luis es natural de Bejís y el inicio del incendio le sorprendió en València. / Germán Caballero

El incendio afectó a una caseta que tiene en el monte pero lo que más le duele es que, según se lamenta, "yo no veré esto verde".

"O se previene o tendremos más incendios a gran escala"

Mientras continuamos con la visita a Bejís nos encontramos con Mario Juan, brigada forestal. Para él la clave es sin duda, potenciar los trabajos de prevención. "O se toman medidas preventivas o volveremos a tener un incendio a gran escala", explica a los reporteros.

Las condiciones metereológicas de este año, "ha llovido muy poco", y la poca limpieza del monte es un cóctel peligroso que convierte la montaña en un polvorín. La sequía no ayuda pero ¿se ha aprendido algo de la catástrofe? "No. Se colabora entre las entidades pero no hay un protocolo de actuación que nos integre a todos y la capacidad de reacción es demasiado lenta".

Ángel Gil, portavoz de Oriwa, junto a Mario Juan, brigada forestal, en Los Arcos

Ángel Gil, portavoz de Oriwa, junto a Mario Juan, brigada forestal, en Los Arcos / Germán Caballero

Los agricultores, el arma contra el fuego

Recorrer la carretera que conecta Bejís con Viver es como viajar en el tiempo y volver al verano del '22. La huella del fuego sigue siendo evidente por la cantidad de esqueletos de árboles que salpican el terreno, aunque también se percibe claramente la labor de tala y limpieza que va avanzando.

Llegados a nuestro nuevo destino, tenemos una cita con Paco Ribelles, el director del área Agro de la Cooperativa de Viver. Él es quien nos detalla el desastre que supuso para los cultivos el azote del fuego, "veníamos de una temporada de un clima muy adverso y el incendio fue la gota que colmó el vaso".

Algunos de los campos quedaron asolados y "sin posibilidad de recuperación por lo que los dueños decidieron abandonarlos", otras parcelas también se vieron afectadas pero decidieron arrancar los árboles que estaban muy perjudicados y volver a replantar. Sin embargo sí hubo quien tuvo la opción de dejar que sus olivos se regenerasen de forma natural, "si las raíces no sufren daños, es un árbol que tiene buena capacidad de recuperación", explica este ingeniero agrónomo.

Desde esta cooperativa se ha jugado un papel muy importante en la recuperación del terreno, de hecho, han puesto en marcha la Iniciativa de Gestión en Común en la que es la propia entidad la que cultiva las tierras cedidas por sus socios que no pueden hacerse cargo, y así se garantiza su buen estado de conservación. "Que los campos estén bien mantenidos es muy importante para evitar incendios, un mosaico agrícola bien cuidado impide que el fuego se cuele", sentencia Ribelles.

Paco Ribelles sostiene una botella del aceite Lágrima hecho únicamente de la variedad de aceituna Serrana

Paco Ribelles sostiene una botella del aceite Lágrima hecho únicamente de la variedad de aceituna Serrana / Germán Caballero

Dos de los aceites que se producen en la Cooperativa de Viver, el monovarietal Lágrima, hecho a base de la variedad Serrana, y el Vivarium, que también contiene esta variedad, protagonizaron una acción solidaria para apoyar a los agricultores damnificados. "Hicimos la estimación y calculamos que las pérdidas a largo plazo iban a alcanzar los 700.000 euros", explica Fernando Marco, por eso, enseguida se pusieron manos a la obra para ayudar a sus agricultores.

Una de las iniciativas que se llevaron a cabo fue la venta de botellas de estas dos marcas de aceite y una parte del dinero se destinó a ayudar a los clientes de la asociación. En total fueron 12.400 euros que han contribuído directamente a la recuperación de las tierras. "Al final una cooperativa también es una herramienta de solidaridad entre los agricultores y un instrumento social para dar servicio a las personas", reflexiona Marco.

Precisamente quienes se dedican a cultivar los campos son el 'arma definitiva' contra los incendios. "La agricultura juega un papel fundamental contra el fuego, trabajar para generar una discontinuidad en el terreno es una mirada hacia el futuro para cuidar nuestra tierra".