La Policía Científica rastreará desde hoy el piso 86 en busca del origen del fuego

El inquilino de la vivienda donde se inició el desastre afirma que no tenía nada conectado y que hace dos años tuvo que cambiar el calentador por incidentes en el enchufe

Los investigadores intentan saber si otros residentes han sufrido problemas eléctricos

Bomberos y Científica inspeccionan el origen del incendio

JM López

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

Los especialistas de las unidades de Análisis y de Investigación de la Escena del Crimen de la Comisaría General de Policía Científica desplazados a València desde Madrid el pasado viernes, junto con los expertos en investigación de Incendios de la brigada de València, rastrearán a partir de hoy, si ya lo permiten las condiciones del edificio, la vivienda ubicada en la puerta 86 de la torre de 14 plantas. Es el punto en el que comenzó el devastador incendio que ha provocado diez muertos y 15 heridos, de los que uno, un bombero con quemaduras en las manos, permanece hospitalizado, y la destrucción total del complejo residencial que albergaba 127 viviendas en dos torres.

La sospecha inicial es que el incendio tiene un origen eléctrico, a juzgar por cómo se comportó en esos primeros momentos, cuando aún estaba confinado en el interior de la vivienda de la puerta 86. Dado que se trata de un edificio completamente domotizado y alimentado únicamente por electricidad, han sido descartados focos de combustión alternativos como el gas, por ejemplo.

Nada conectado en la casa

El piso desde cuyo balcón se propagó a la fachada trasera de la torre de 14 plantas, antes de saltar a la de 9 y acabar devorando todo el complejo, estaba alquilado. El inquilino, un hombre joven, estaba fuera de València, de viaje de trabajo, algo que sucedía habitualmente por su empleo y que hacía que el piso estuviese a menudo vacío.

La Policía Nacional localizó al inquilino en las primeras horas y de la conversación telefónica mantenida con él se sabe que hace dos años tuvo problemas con el calentador. Habló de «chispazos» y de que, una vez cambiado el aparato, no había vuelto a producirse ningún incidente.

Eso sí, según sus palabras, habría varios vecinos que, afirma, le habrían contado que habían tenido «problemas» del mismo tipo, sobre todo en los enchufes.

De confirmar esto en sus declaraciones ante el grupo de Homicidios, que empezarán a tomarse esta semana, se reafirmaría la tesis del origen eléctrico del siniestro.

No es el único caso. Hace casi doce años, en 2012, ardió por completo la vivienda de la puerta 51, pero se quedó estancado y no se propagó. ¿La causa? Un cargador de móvil insertado en uno de los enchufes.

Las pruebas de la Policía Científica

En todo caso, esos testimonios serían únicamente indiciarios. Lo fundamental es la exploración que realizarán los expertos en incendios de la Policía Científica a partir de esta mañana, si el edificio está ya totalmente frío, en el interior de esa vivienda de la puerta 86.

Hasta ahora, no se ha realizado una inspección para determinar la causa del siniestro y tampoco la que permitirá conocer, de manera ya oficial, si la vertiginosa propagación del fuego por todo el inmueble obedeció, como parece evidente, a los materiales de revestimiento de la fachada, concretamente, a ese núcleo plástico (polietileno) del composite que recubría toda la cara externa de la edificación.

Desde que se pudo acceder al edificio, en la mañana del viernes, una vez extinguido el fuego, pero cuando las últimas plantas aún humeaban y el corazón de una de las torres acababa de sufrir un rebrote, la prioridad era buscar los cuerpos de las víctimas mortales. De cinco se sabía con certeza por los vuelos nocturnos de los drones de bomberos, que habían avistado los cadáveres.

Los primeros en ser detectados, como ha venido publicando Levante-EMV, fueron los de la familia de cuatro miembros –la madre, M., el padre, R., su niño de dos años y la niña de 8 días– que residían en la vivienda de la puerta 97. En su caso, encontrarlos fue rápido porque se tenía constancia exacta de dónde estaban, dado que habían estado al habla con sus familiares hasta el último momento. Por esa razón, ese fue el primer sitio en el que los bomberos introdujeron el dron para confirmar la peor de las previsiones.

Esa noche, fue descubierto otro cuerpo más, pero aún había 14 desaparecidos, que por la mañana se habían reducido a cinco: el resto, por fortuna, dio señales de vida durante los intensos rastreos de la Policía Nacional y sus nombres fueron borrados de la lista.

Localizar cuerpos, la prioridad

Así las cosas, equipos mixtos de bomberos y de Policía Científica, junto con el jefe del grupo de Homicidios, responsable de la investigación, entraron por primera vez en el edificio con una única prioridad: localizar y recuperar los cadáveres para realizar el levantamiento judicial e iniciar lo antes posible las tareas de identificación y las autopsias.

Ese objetivo fue cumplido en tiempo récord. Los primeros nueve cuerpos fueron rescatados entre las 14.00 y las 19.30 horas del viernes, la hora tope impuesta por los bomberos porque a partir de ese momento se perdía toda la visibilidad interior del inmueble reducido por el fuego a su esqueleto. 

El último, el décimo cuerpo, fue localizado en las primeras horas del sábado y llevado junto con los demás al Instituto de Medicina Legal (IML). 

El procedimiento fue el mismo en todos los casos. Antes de levantar el cuerpo, la Policía Científica fotografiaba y documentaba en qué vivienda, en qué punto exacto de la misma y en qué estado estaba. En todos los casos, ha coincidido la vivienda y el cuerpo, es decir, su ubicación ha servido como preidentificación, porque en cada casa donde había un desaparecido ha sido encontrado un cuerpo.

Uno a uno fueron siendo evacuados a la carpa de la UME instalada ante la única puerta del enorme complejo residencial y, tras un primer examen en busca de los primeros elementos identificativos, se le atribuía un código y se depositaba en los vehículos fúnebres para trasladarlos al IML. Los cuatro miembros de la familia fueron llevados en un mismo vehículo, para mantenerlos siempre unidos, y los otros cinco fueron distribuidos en dos coches más.

Entre 800 y 1.000 grados

Esa misma tarde de viernes comenzaron las primeras autopsias que, tal como ha adelantado este diario, sirvieron para acreditar que la mayoría fallecieron por inhalación de humo y que las quemaduras son postmortem. 

El deterioro de algunos de los cuerpos provocado por las altísimas temperaturas que se alcanzaron en el edificio –estimadas en más de 800 grados, con picos probables de 1.000, dados los resultados– impedirá conocer la causa exacta del fallecimiento en varias de las víctimas, pero existe la convicción, teniendo en cuenta la densa humareda negra tóxica provocada sobre todo por el comburente plástico –el relleno de las planchas de aluminio que revestían la fachada– de que todos murieron por respirar el monóxido de carbono de ese humo, como prueban los elevados niveles de carboxihemoglobina detectados en las víctimas en las que sí se ha podido realizar esa prueba.

Los forenses habían concluido las autopsias a última hora de la tarde del sábado. En una acción combinada, mientras los médicos realizaban su examen, los científicos de la Policía Nacional llevaban a cabo las pruebas de identificación. En los que ha sido posible, la obtención de huellas dactilares. Aunque la cifra concreta no ha sido confirmada, hay varios cuerpos identificados por ese método, pero no se considerarán definitiva y legalmente identificados hasta que se compruebe genéticamente.

Tres niveles de identificación

Para ello, los dos expertos de la Unidad de Análisis de la Comisaría General de Policía Científica se han llevado consigo las muestras de los cuerpos, así como las obtenidas de los familiares, para procesarlas y poder tener los resultados cuando antes, posiblemente a principios de esta semana.

En unos pocos casos, es posible que no se pueda extraer ADN. Para ellos habrá pruebas antropológicas, radiológicas y odontológicas que también permitirán confirmar su identidad, ya sospechada, dado que se sabe en qué vivienda fue recogido cada cual. Por esa razón, se ha pedido a todos los familiares la aportación de pruebas médicas, quirúrgicas, radiografías y todo aquella evidencia que permita determinar la identidad a partir del estudio óseo.

Solo cuando esté completado ese proceso, que será en breve, se procederá a la entrega judicial de los cuerpos a las familias, a través de los correspondientes servicios funerarios, para que puedan llevar a cabo las honras fúnebres previstas en cada uno de los casos.