¿1931 o 1936? La política regresa a la trinchera del pasado

La propuesta de ley de Concordia del Consell y la bronca de Vox en la diputación por la persecución religiosa en la República reabren el debate sobre el revisionismo y el uso de la memoria como instrumento político 

Imagen de la guerra en València

Imagen de la guerra en València / Levante-EMV

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

“Vivir es ver volver”, escribió Azorín. “El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado”, anotó Faulkner. Como en todas las sociedades llenas de traumas y cicatrices, el pasado reaparece en España a la vuelta de cada esquina. Ahora, sin embargo, lo hace con una novedad: el replanteamiento del relato histórico, la redefinición de los hechos. En esas anda estos días la trifulca política y cierta derecha, con bronca en instituciones como la Diputación de Valencia, entre acusaciones al PSOE de perseguir a las monjas, o proposiciones de ley de Concordia de PP y Vox en la C. Valenciana o Castilla y León, que han provocado la perplejidad de los historiadores.

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Miguel Marzal

“La concordia no se puede legislar, ni si quiera se puede proclamar, hay que ejercerla. Y para ejercerla no se puede descalificar al grupo político que no es de la misma ideología”, señala como primera reflexión Pedro Ruiz, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat de València y exrector de la UV. Se refiere a la ley todavía vigente de Memoria Democrática, la aprobada por el Botànic, a la que se descalifica como “sectaria” en el borrador de ley de PP y Vox, además ‘entrometerse’ en la “esfera de la conciencia de los españoles” o “impedir la libertad de opinión”.

Con todo, el mayor revuelo se ha generado por la reinterpretación de los hechos. El texto habla de falta de un relato consensuado; se refiere explícitamente a “las víctimas de la Segunda República”; omite referencias a la dictadura -salvo mención en el preámbulo- y sitúa en 1931, y no en la guerra, 1936, el inicio de la violencia y la persecución que hay que reparar. “No es revisionismo; es falta de cultura histórica o historiográfica. Se puede criticar los errores de la República, pero era un régimen perfectamente democrático. La trajeron republicanos, monárquicos y todos los que estaban hartos de un sistema de oligarquía y caciquismo”.

¿1931?

¿Tiene sentido retrotraer una ley de reparación a 1931, como plantea Vox, señalando además a un Frente Popular que no existió hasta 1936? “Lo que se defiende en toda Europa occidental es la necesidad de reconocer a las víctimas de los periodos excepcionales como pudieron ser las guerras civiles o las dictaduras o los regímenes totalitarios, de derechas y de izquierdas. Eso lo dice la ley de Memoria Democrática, que no establece diferencias entre victimas de republicanos y de franquistas en la guerra civil. Habla de las víctimas de la guerra civil”.

Portada EMV del 1r de abril de 1931

Portada EMV del 1r de abril de 1931 / Levante-EMV

Los hechos, precisamente, se han convertido en campo de batalla. “No vamos a permitir que haya solo una verdad oficial”, decía esta semana Vicente Barrera en una tertulia televisiva. En este terreno, precisamente, sitúa su atención Antonio Laguna, historiador de la comunicación y profesor de la UV recién jubilado. “El fascismo, históricamente, más que gestionar la realidad se ha dedicado a inocular estímulos irreflexivos sobre la identidad, sobre un paso idílico que nos arrebataron. Eso es lo que ha asumido Vox. No gestionar la realidad sino impulsos emotivos de carácter simbólico para tener movilizado a una parte de su electorado. El problema es que arrastra al PP”, lamenta Laguna sobre esta norma presentada por ambos grupos parlamentarios.

Laguna: "Reinterpretación nostálgica del pasado"

La dinámica de la comunicación política y social actual, apunta Laguna, abona el campo para el avance de estos planteamientos, con movimientos como el trumpismo. “Una de las líneas que se impone desde los años 80 es el relativismo científico, que plantea que ya no existe una única verdad, que lo que importa es el relato, y con la aparición de las redes ese relato adquiere tantas formas como potencia tiene el algoritmo para crear tribus o grupos o burbujas de seguidores. Empiezan a seguir los grandes bulos que dan lugar a teorías de la conspiración y vuelve a alimentar una de las claves de lo que fue el fascismo: la reinterpretación en clave nostálgica del pasado. Eso es lo que está alimentando a una parte de los movimientos ultraconservadores en todo el mundo. El no reconocimiento de la realidad, la invención de una realidad alternativa, unos hechos alternativos”, señala.

Homenaje a las vícticas de la represión, en Paterna

Homenaje a las vícticas de la represión, en Paterna / Francisco Calabuig

Girona: "La batalla del discurso"

Al habla con el profesor de Historia Contemporánea de la UV, Albert Girona, coincide en la tendencia internacional: “Revisar todo eso no es más que un intento de invisibilizar lo que ocurrió y su justa y saludable memoria. Por eso como historiador me sorprende que lleven tantos años en esa batalla por la hegemonía política, cultural y discursiva. Es una batalla que están librando algunos sectores conservadores sobre la batalla del pasado. Una batalla política, ideológica pero también cultural y de discurso. Lo que han hecho en esta ley es un reflejo de una voluntad de actualizar ese discurso, con réditos ideológicos y culturales”.

En comparación con el entorno más próximo, Girona apunta otra clave: “Es la particularidad de la derecha democrática española. Lo hacen porque se sienten herederos. Ligan su identidad política actual, conservadora, democrática, legítima, con esa memoria, cuando no deberían sentirse responsables de lo que hizo el franquismo”. Y añade: “La memoria democrática debe construir un relato. Y lo han hecho otras sociedad que tienen sus dramas y sus cadáveres en el armario. Francia, Italia, Alemania y otras sociedades. La CDU alemana no se siente responsable del nazismo. Lo que debería tener en cuenta [la derecha española] es que esos drama deberían analizarse con serenidad y acompañar su lucha política de cierta identidad por la libertad y la democracia”.

Pedro Ruiz: La equidistancia

La reinterpretación del pasado como fuente de la que emana la legitimidad se ha convertido en trinchera política. Y el contexto español, la República es una pieza de caza mayor. Se vio esta semana en la Diputación de València, con las acusaciones de Vox al PSOE de los años 30. “En el imaginario de la izquierda existen unos elementos simbólicos fundamentales, como los territorios democráticos perdidos o los derechos que costó conquistar. Cuando se pone en tela de juicio, se intenta desarmar de identidad a la izquierda, y es lo que están consiguiendo”, apunta Antonio Laguna.

De nuevo, es una tendencia internacional, como constata el exrector Pedro Ruiz: “El historiador italiano Giovanni Levi dio unas conferencias en València a mediados de los 90 y ya entonces habló de cómo en Italia se estaba produciendo una especie de equiparación, de revisión en el sentido de decir que la resistencia al fascismo también tuvo una serie de actos, un intento de restar el valor que tuvieron a las luchas a favor de los derechos y la democracia, para decir que como todos son iguales aquí vale todo. Ese intento de equidistancia va unido a la ocultación de la gran diferencia entre quienes provocan las guerras y quienes las sufren, entre quienes ejercen las dictaduras y quienes están en democracia y cometen errores. Ese intento de equiparación entre unos y otros, por desgracia, se ha extendido. Esto demuestra hasta qué punto no se han hecho bien las cosas. Algo ha fallado para que este tipo de opiniones tengan todavía audiencia y puedan llegar a tener representación parlamentaria”, concluye Pedro Ruiz. 

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