El testaferro de Zaplana admite que le ayudó a ocultar 20 millones en el extranjero

Joaquín Barceló, Pachano, amigo de la infancia del exministro, admite su papel de hombre de paja y que firmaba «todo lo que me decía Francisco Grau», el ingeniero financiero de la trama del caso Erial

«Yo no he ganado nada», sostiene

Joaquín Barceló "Pachano", el amigo de Zaplana

Joaquín Barceló "Pachano", el amigo de Zaplana / Germán Caballero

Joaquín Barceló Llorens alias «Pachano», amigo de la infancia de Eduardo Zaplana, compañero de la peña Picarol de Benidorm, exdirector de Relaciones Institucionales de Terra Mítica y exdirector general en el área de Turismo se refería ayer al exministro como «Don Eduardo». Un tratamiento que usaba a pesar de que lo considera su «amigo». Y al que recurrió en ocasiones mientras tiraba de la manta ayer ante el tribunal de la sección cuarta que juzga el caso Erial. Pachano confesó haber sido un hombre de paja para su amigo, el expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Un testaferro que le ayudó a ocultar en el extranjero la cifra blanqueada que manejan los investigadores: veinte millones. La postura judicial de Barceló era previsible ya que su abogado no planteó ninguna cuestión previa al inicio del juicio, el pasado 21 de marzo. 

Barceló se enfrenta a ocho años de cárcel y veinte millones de multa por los presuntos delitos de grupo criminal y blanqueo de capitales, según la acusación de la Fiscalía Anticorrupción. Su confesión detallada, que se prolongó durante tres horas, redundará en beneficios penales que se conocerán en el informe final del Fiscal Anticorrupción del caso Erial.  

El segundo acusado en declarar sólo quiso responder a preguntas del Fiscal Anticorrupción. Confirmó que conoce a Eduardo Zaplana desde hace «cincuenta años. Por amistad. Círculos de salir y ser amigos desde siempre». Pachano no se reconoce como militante del Partido Popular. «No sé si he sido del PP, he sido seguidor de Eduardo Zaplana«, dijo.

La empresa de las mordidas en Luxemburgo

A las 10.22 horas llegó la primera confesión. El fiscal preguntó a Barceló sobre Imison International, la empresa de Luxemburgo creada por la familia Cotino para canalizar los 10,5 millones en mordidas que supuestamente pagaron a Eduardo Zaplana, José Luis Olivas y Juan Francisco García. Es también la empresa que se constituyó con los 607.022 euros que el fallecido Juan Cotino Ferrer introdujo ilegalmente en Luxemburgo en 2001, cuando era director general de la Policía (el límite eran 10.000 euros entonces). Barceló admitió ayer que conocía la mercantil. Y que acudió «a Luxemburgo para hacerme cargo de ella por parte de Eduardo Zaplana». Según Barceló, la necesidad del viaje se le justificó porque «[Zaplana] me dijo que Juan Francisco García [exjefe de gabinete] se había portado bien con él, y que le había dado 2,5 millones. Y que si me podía hacer cargo de esa cantidad, porque estaba en la política y tenía más bien miedo al tema mediático que al jurídico. Me dijo que era una operación transparente y lícita». 

Barceló dio detalles de la operación. «Fuimos en avión privado con los Cotino a Luxemburgo. Fue Zaplana quien me dijo que fuera en el avión. En Luxemburgo nos entrevistamos con Beatriz García Paesa [la abogada que ayudó a crear Imison]. El dinero no era mío. Yo me entero de todo cuando la UCO [Unidad central operativa de la Guardia Civil] entra en mi casa. Y me dicen que había seis millones [en la cuenta]. Yo les dije que sólo había 2,5 millones». No obstante, Barceló sí negó «haber hecho transferencias a Luxemburgo. Esa firma que hay ahí [en un papel que le exhibió el fiscal] es falsa. Yo no tomaba decisiones sobre el dinero de Luxemburgo. Aunque estaba totalmente convencido de que el dinero era totalmente lícito», defendió.

Joaquín Barceló, rodeado de  una nube de informadores gráficos a su llegada a la Ciudad de la Justicia de València para una de las sesiones del juicio.

Joaquín Barceló, rodeado de una nube de informadores gráficos a su llegada a la Ciudad de la Justicia de València para una de las sesiones del juicio. / E. Press

A partir de ahí fue el abogado, economista alicantino y exmiembro de la comisión de control de la extinta CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo), Francisco Grau Jornet, quien tomó las riendas de Imison International y la maraña de empresas restantes para mover el dinero y retornarlo a España. «Es quien monta todo este tinglado», aseguró ayer Barceló. A Grau la UCO de la Guardia Civil y la Fiscalía Anticorrupción lo consideran «el artífice de toda la ingeniería financiera» de la trama. Pachano sostuvo que se fiaba de Grau. «Siempre he confiado en el señor Francisco Grau. He firmado todo lo que me ha puesto delante. Yo no le daba indicaciones de carácter económico», respecto de las tres empresas que Joaquín Barceló tenía a su nombre: Costera del Glorio (una mercantil familiar de Barceló), Medlevante o Gesdesarrollos Integrales.

Cinco millones a Andorra en una bolsa

Joaquín Barceló admitió al fiscal ser el titular de la cuenta identificada como «Señor 420092» abierta por Pachano en Andorra para él, pero que utilizó la trama. «Se lo conté como una anécdota que había abierto la cuenta» con 90.000 euros propios. Pero en la que «llegó a haber cinco millones de euros que me dio [Francisco] Grau. Era dinero de Zaplana que tenía que llevar a Andorra. El dinero lo trajo un señor en una bolsa, pero no sé cómo entró en Andorra. Yo le dije que abriera otra cuenta distinta, para diferenciarla de mi dinero. Pero sin mi permiso lo pasaron a mi cuenta personal. Yo no me di cuenta, porque tenían prohibido dar extractos para que no los descubrieran en la frontera». Según la Fiscalía Anticorrupción, «la organización de Zaplana ingresó dinero de procedencia ilícita que llegó por diferentes vías a las cuentas abiertas en Andorra entre el 17 de febrero de 2004 y 9 de marzo de 2007 que ascendió a un total de 9.892.520». 

Testaferro «por amistad». «¿Era usted el testaferro de Zaplana?», le preguntó a bocajarro el fiscal Anticorrupción al acusado Joaquín Barceló. »A mi me decían que era dinero de Zaplana y de la familia. Yo era amigo, le hacía favores. Si eso se llama testaferro, pues testaferro», admitió Joaquín Barceló. También confesó haberse sentido «utilizado para todo esto. Y se lo he dicho. [Zaplana] era mi amigo. Me lo pedía y lo hacía. Yo no he ganado nada», defendió Barceló. Zaplana lo escuchaba en la sala, mientras negaba con la cabeza, anotaba en una libreta y sonreía.

El piso en Madrid, el pelotazo de la Finca y el reloj de Lezo

La inversión inmobiliaria era una de las salidas al dinero regresado de los paraísos fiscales. El testaferro confeso de Zaplana, Joaquín Barceló, confirmó que el piso de Núñez de Balboa y la inversión en la exclusiva urbanización La Finca, con la que consiguieron dar un pelotazo de tres millones de euros, iba en beneficio de Zaplana. «El piso no era mío», defendió Barceló. Pero él lo compró (1,6 millones) a través de la empresa Costera del Glorio. Incluso lo amuebló. Con el tiempo se malvendió. Y con parte de los beneficios, se compró un reloj de 20.000 euros « que acabó en manos de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, que se intentó colar como gasto de empresa». 

Los áticos de Altea y la «mordida» del puerto

Una parte de los fondos repatriados de la luxemburguesa Imison se integraron en Medlevante (creada por Grau a nombre de Barceló), a través de varias ampliaciones de capital y se utilizaron para comprar dos áticos en el Puerto deportivo Luis Campomames de Altea. En el registro de la casa de Joaquín Barceló, la Guardia Civil encontró «el contrato del 24 de febrero de 2006, rubricado entre las mercantiles Altea Costa Beach SL y Medlevante SL», con un precio de 812.000 euros (700.000 + 16 % IVA) a pagar en dos plazos. Y la factura emitida por Altea Costa Beach, representada por Lázaro Miguel Oller y Robert-Edgard Bataouche, este último también investigado en el caso Erial. Barceló también entregó «143.373 euros en efectivo» a Roberto Bataouche, según los investigadores. El testaferro de Zaplana admitió la operación. «Entre las inversiones que se hicieron estaban unos áticos en Altea en los que quería invertir en los años 96 o 97 el señor Zaplana, pero se retrasaron. El problema es que al ir a escriturarlos estaban gravados. Y la inversión se perdió», confesó Barceló. La trama también intentó hacer caja con la indemnización que la empresa Marina Greenwich SA reclamaba a la Generalitat por no haber podido ampliar el puerto deportivo Marina de Campomanes en Altea, según confirmó ayer también Joaquín Barceló.

El falso testamento que dejaba la mitad de los bienes al exministro

El empresario de Benidorm y testaferro confeso de Eduardo Zaplana descubrió ayer que Francisco Grau elaboró un testamento supuestamente dictado por Joaquín Barceló y su mujer, según un archivo creado el 7 de abril de 2010 y encontrado en un disco duro del despacho de Grau. En este testamento, que Barceló aseguró desconocer, se destinaba a un «consocio» cuya identidad se ocultaba «en un documento aparte» las participaciones de la empresa Medlevante y la vivienda de la calle Núñez de Balboa de Madrid. Grau también elaboró unas cartas fiducias. Barceló fue tajante al respecto: «Ni Grau, ni Zaplana me han dado explicaciones sobre ese documento». L.Ballester València

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