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EL DILEMA DE JORGE RODRÍGUEZ

explotó el caso Alquería en la semana de pasión, esta vez de excelencia. Y lo hizo, si hemos de acogernos a la letra de la Constitución que dice que «todos los españoles son iguales ante la ley» sembrando dudas sobre dos instituciones básicas del sistema, en aquello concerniente a la aplicación de la justicia, la de jueces y policía (devenida en política). Ya que a punto de cerrarse el plazo para la presentación de candidaturas, ante las próximas elecciones municipales, se erigía en juez y parte, al levantar el sumario en tan preciso momento (tras casi diez meses de silencio, presuntamente injustificado). Sí, el mismo caso que atañe al ex presidente de la Diputación de Valencia, acusado por el personal de Justicia de colocar a cargos del PSPV-PSOE y Compromís. Dando pie a que comediantes como Toni Cantó (Cs) compare con Alfonso Rus, con espeluznante impunidad, al alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, el político que se ha revelado como el más querido por la población. A lo que cabe sumar, hasta esta semana, su gran proyección en el tablero autonómico, si més no, en la cúpula del PSPV. Truncada de momento

Pero los hados se han torcido. Primero, tras casi veinte años de militancia, dimitía en el partido «para no hacerle daño», ha dicho, y, a renglón seguido, sacaba a la luz su candidatura a la alcaldía de Ontinyent por el partido dormido La Vall Ens Uneix. Difícil decisión. Seguramente, incentivado por los centenares de comentarios en las redes sociales. En la línea de «Avant, jo no vote a un partit. Jo vote a l'alcalde del meu poble»», como decía uno de ellos escogido al azar.

Todo un dilema que sólo el paso del tiempo dirá si ha sido un acierto o un error. Por de pronto, y a tenor de los ecos que llegan de la cúspide socialista, la opción de presentarse con otro partido no ha sentado nada bien toda vez que se lleva consigo la candidatura del PSPV que había programada, excepto a Rebeca Torró y Jaime Peris. Lo cual significa que si finalmente no se apreciara delito y todo esto quedara en aguas de borrajas, su reincorporación al PSPV-PSOE podría resultar muy improbable.

La Fiscalía apunta a que Rodríguez podría ser «autor de los delitos de prevaricación y malversación continuada». Es decir, como ya circula en algunos foros de la ciudad, que la sombra del ex comisario Villarejo y el entramado de cloacas políticas está en marcha. El mismo que ahora se proyecta con insultante arrogancia sobre tierras valencianas, y por ende sobre el Pacte del Botànic, mediante la cabeza de Rodríguez. Sea culpable del delito que le imputan o no. Eso es lo de menos, lo más importante para la caverna son las casualidades afloradas en tiempos electorales y a ver si algo rascan los máximos corruptores de la democracia, o sea el PP. Así como a sus primos hermanos, Cs y VOX. Pese a que la vicepresidenta del Consell y candidata de Compromís a la presidencia de la Generalitat, Mónica Oltra, lo aclaró sin tapujos: «no se trata de un saqueo de dinero público» sino de «contrataciones no ajustadas a derecho». De ahí que uno de los primeros pronunciamientos de Rodríguez, ha sido el querer declarar ante el juez.

El otro laberinto: el de Rebeca Torró. Mientras tanto, se desconoce en estos momentos marcados por las emociones, si la eterna Rebeca Torró de Rodríguez encabezará la candidatura del PSPV o no, aunque vaya en ella. Su silencio mediático de estos días evidencia lo perdida que andaba en su laberinto de incertidumbre política.

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