Al igual que la naturaleza cumple sus ciclos con el paso de las estaciones, el calendario ha vuelto a marcar el mes de enero y como las flores de primavera o el frío en invierno, en Benigànim el amor y la admiración por la Beata ya se hace notar. Con todas las medidas de seguridad activadas por la covid, la localidad se dispone a celebrar su día grande, la festividad en honor a la Beata Inés. Una celebración de la que destaca la perfecta conjunción entre los actos religiosos como la novena, las misas en acción de gracias y la procesión, con los de connotación lúdica y de carácter social, que también son abundantes.

Los populares «almorsars», uno de los actos fraternales entre amigos y familiares que han adquirido mayor protagonismo durante las últimas décadas, son un ejemplo. Encuentros, y reuniones, que el pasado año ya se vieron mermados, al hallarse confinada la población, quedando tan solo en frías celebraciones virtuales Este año la Novena se ha celebrado con relativa normalidad. Aunque el aforo era limitado y las condiciones sanitarias y el temor a los contagios han hecho que mucha gente se quede en casa y siga las celebraciones por la televisión o las redes sociales, la de este año ha sido una Novena más acorde con la imagen tradicional. Todos tenían ganas de aminorar el frío de enero al calor de ese sentimiento de fraternidad que entre los beniganenses despierta la devoción a la Beata Inés.

Todos los actos del día 21 están subordinados a las medidas sanitarias que la prudencia aconseja para minimizar los riesgos de contagio. Este año, los vecinos volverán a ser despertados de madrugada con las tradicionales coplas de la Despertà de l’Aurora, le seguirán los ruidosos tronaors y el repique de campanas. A las siete y a las ocho de la mañana se sucederán las misas en la iglesia del convento de monjas. A las 11:30, las festeras de la Hermandad Inesina ofrecerán una ofrenda de flores a la imagen de la Beata y después tendrá lugar una Solemne Eucaristía Pontifical presidida por el obispo auxiliar de València Javier Salinas Viñals. La imagen no será la acostumbrada, tal vez se asemeje a las primeras misas de campaña de los años 60. La plaza no podrá estar abarrotada. La distancia de seguridad solo permitirá 400 sillas y no las mil habituales. Pero en aquella plaza, ante la que fue la casa de la Beata por más de 50 años de vida religiosa se celebrará el Sacramento de la Eucaristía.

Evitar aglomeraciones

Para evitar aglomeraciones, no se permitirá la entrada de nadie a la iglesia tras la procesión. Por ello, el sorteo de los festeros de 2023 se celebrará en la misma plaza, tras la misa. Con motivo de la pandemia, la procesión se retrasará media hora en su inicio (17:30). No se esperan, como es costumbre, autobuses, ni muchos devotos forasteros. Será una procesión más modesta, más íntima, aunque se verán los adornos de las calles y algunos de los Miracles de la Beata Inés.

El recorrido de este año es de los más cortos. Abarca 1,3 kilómetros. Y recorre algunas de las calles más céntricas, como la plaza mayor, la calle san Roque con su rocalla barroca y panel cerámico del santo, el naranjo de la Beata o la Iglesia de l’Ortisa, oculta joya neogótica, de la calle Torres.