Música|Crítica

Cortés adiós

Isserlis, en el concierto.

Isserlis, en el concierto. / Live Music Valencia

Justo Romero

Justo Romero

ORQUESTRA DE VALÈNCIA. Steven Isserlis (violonchelo). Ramón Tebar (director). Programa: Obras de Haydn (Concierto para violonchelo en Re mayor) y Mahler (Sexta sinfonía). Lu­gar: València, Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 900 personas. Fecha: Jueves, 25 mayo 2023.

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Figura cálida y personalísima del violonchelo de las últimas décadas, el londinense Steven Isserlis (1958) volcó su temperamento, peso artístico y criterio musical en una visión esencialmente feliz del Concierto en Re mayor de Haydn. Hizo sonar el maravilloso Stradivarius “Marquis de Corberon” (1726) pleno de color, registros y luminosidades, con perfecta afinación y técnica. Todo al servicio de una refulgente versión que se regodeó con placer y gusto en esa inspiración haydniana tan jovial y al mismo tiempo intensa y profunda. Isserlis, que toca con cuerdas de tripa, se involucró en la cuidada sonoridad de una Orquestra de València con los arcos acertadamente limitados a proporciones clásicas (6-6-4-3-2), casi barrocas. Como primera propina, un lentísimo y susurrado El cants dels ocells que congeló tiempo y respiraciones. Inolvidable.

Tebar, Isserlis y la OV.

Tebar, Isserlis y la OV. / Live Music Valencia

Ramón Tebar, desde el podio, tuvo el acierto de limitarse a marcar el compás y dejar así que la personalidad artística y expresiva de Isserlis contagiara e inspirara a los profesores con los guiños, felicidad y naturalidad que marcaron su interpretación clásica y libre; fresca, instintiva y despojada de monsergas y pedanterías estilísticas. Desde la cadencia del primer movimiento al Allegro final, con los vientos puestos en pie, alla mahleriana, todo fue un derroche de imaginación, temperamento y estilo. Los entusiastas aplausos de todos -público y músicos- revalidaron la actuación inolvidable de este artista grande en verdad, que en la temporada 2000-2001 ya encandiló a los abonados del Palau de la Música, cuando tocó con la Orquestra de València el Concierto de Schumann dirigido por Franz-Paul Decker.

El programa era el último de Ramón Tebar con la orquesta de la que llegó a ser director titular, y con la que ya deja de ser, además, “director asociado”. Fiel a sí mismo, quiso el maestro valenciano hacerlo a lo grande, nada menos que con la Sexta sinfonía de Mahler, un monumento sinfónico solo apto para maestras orquestas y maestros con cosas que decir al respecto. La Orquestra de València, ya al completo, cuajó, detalles aparte, una laudable interpretación instrumental, con intervenciones solistas tan destacadas como la del trompa Santiago Plá. Pero el monumento venía a todas luces grande al maestro. Más que una versión, fue la suya una lectura desnortada y sin detalles, en la que las sonoridades de los famosos cencerros podrían ser la de un sonajero, mientras que los contundentes “martillazos” del Finale parecieron más hechos con un martillo de la caja de herramientas casera que por un instrumento que ha de impactar por su contundente sonoridad, pero también por el dramatismo de su apariencia.

Tebar y Isserlis.

Tebar y Isserlis. / Live Music Valencia

Mahler sin chicha ni limoná, desestructurado, con el Andante moderato emplazado como segundo movimiento, antes del Scherzo; sin cataclismos ni remembranzas, tocado por una orquesta que sobrepasaba en kilómetros a un podio que lo único que hizo fue convertir en “trágica” su versión de esta sinfonía llamada “Trágica”. Trágico final, también, de un periodo fallido. Y un diez a los profesores de la Orquestra de València, que, al final del programa, y pese a tan fracasada versión y a la ruptura afectiva con el podio, tuvieron la cortesía, generosidad y elegancia de dispensar a quien fue su titular una ovación para la que en absoluto había hecho méritos ni durante el concierto ni en los años precedentes. El crítico se suma a este cortés y esperado adiós. Suerte.

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