Así copiaba Sorolla a Velázquez con solo 19 años

Subastan por 60.000 euros una copia que el pintor valenciano hizo del 'Cristo crucificado' tras su primera visita al Prado

Detalle de la copia que hizo Sorolla del "Cristo" de Velázquez con solo 19 años.

Detalle de la copia que hizo Sorolla del "Cristo" de Velázquez con solo 19 años. / L-EMV

Voro Contreras

Voro Contreras

La huella que Velázquez dejó en Joaquín Sorolla aparece casi en cada pintura que observemos del artista valenciano. Velázquez se asoma en el realismo costumbrista de 'El viejo del cigarrillo', 'Trata de blancas', 'Una investigación' o 'Pescadores valencianos'; en la cercanía de retratos familiares como 'Mis hijos'; 'María vestida de blanco' o 'Joaquín Sorolla García y su perro'; en la atmósfera que se plasma en los paisajes de 'El Guadarrama desde La Angorrilla', 'El baño de la reina' o 'Paisaje de San Sebastián'; y, por supuesto, en ese rostro que el mismo Sorolla autorretrata en ‘Lucrecia Arana y su hijo’ como si de un Velázquez junto a las Meninas se tratara.

Cuentan que cuando Sorolla se dispuso a pintar su célebre 'La bata rosa', le pidió a Clotilde, su mujer, que le enviara a València un rollo con fotorafías de pinturas del genio de Sevilla para inspirarse. «Luego he hecho una corta visita a Velázquez que aunque cariñoso y comunicativo, te pone serio y de mal humor, vaya un coloso, eso es lo mejor del mundo», le escribió por carta a su esposa tras uno de sus paseos por Museo del Prado.

Joaquín Sorolla y Bastida   The Pink Robe. After the Bath   Google Art Project

Joaquín Sorolla y Bastida The Pink Robe. After the Bath Google Art Project / L-EMV

Un maestro en diferentes etapas

Sorolla siempre vio en Velázquez un maestro al que recurrir en varias etapas de su carrera. Sobre todo al principio de la misma, cuando todavía era un joven aprendiz de pintor que ya apuntaba a talento descomunal, tal como demuestra una de las obras que el próximo 19 de marzo saldrán a subasta en la casa Segre. Se trata de un óleo sobre lienzo que el artista valenciano realizó con apenas 19 o 20 años y que copia el torso del célebre 'Cristo crucificado' del pintor sevillano que se exhibe en el Prado.

Según recoge la casa de subastas, que ha establecido un precio de salida de 60.000 euros por este lienzo, en 1881 Sorolla realizó su primera visita a la pinacoteca madrileña, donde entró en contacto con los antiguos maestros españoles, especialmente con Ribera y Velázquez. “Tal fue su admiración por la pintura de Velázquez que trabajó en la ejecución de varias copias que le sirvieron a la vez para aleccionar y perfeccionar su técnica”, señala Segre.

Copia del "Cristo crucificado" de Velázquez realizada por Sorolla que sale el 19 de marzo a subasta.

Copia del "Cristo crucificado" de Velázquez realizada por Sorolla que sale el 19 de marzo a subasta. / Segre

Un regalo para su futura suegra

Estos estudios realizados por el joven Sorolla son un fragmento del Retrato de Mariana de Austria, que pertenece actualmente a la colección Masaveu, otro fragmento de Las Hilanderas o una copia el Menipo que se guarda en el Museo Sorolla, entre otros.

Estas copias las guardó Sorolla para sí en una carpeta durante toda su vida, "como testigos gratos de aquellos días inolvidables entregado al culto, siguiendo en esto a tantos de sus compañeros, por el más grande de los pintores del mundo", tal como escribió Bernardino de Pantorba, en ‘La vida y la obra de Joaquín Sorolla’. Aun así, ese mismo 1883 en el que ha sido datado en Segre el Cristo velazqueño pintado por Sorolla, está fechado otro estudio de Cristo claramente influido por el genio sevillano que el autor le regaló a Clotilde del Castillo, esposa de su mecenas Antonio García Peris y también su futura suegra.

Cristo crucificado de Velázquez.

Cristo crucificado de Velázquez. / Museo del Prado

El fin de una etapa

El fragmento del Cristo de Velázquez copiado por Sorolla estuvo hasta 1976 en manos de los descendientes de Amalio Gimeno, un reputado médico y científico cartagenero, que llegó a ser ministro de Marina, Gobernación, Fomento e Instrucción Pública y Bellas Artes. Además, fue un gran amigo de Sorolla, con quien compartía ciertas ideas progresistas, que lo retrató en dos ocasiones.

Los datos históricos aproximan al Sorolla de los primeros años a la pintura religiosa, pero los jurados de los concursos de pintura de la época infravaloraban este tipo temática, por lo que el artista decide cambiar de rumbo. En 1884 su cuadro El grito del Palleter es premiado por la Diputación de Valencia con una pensión para estudiar en Roma, dando inicio así a una nueva época en su vida y su trayectoria artística que harían de él el pintor valenciano más internacional de la historia.

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