Fuera de compás

Estellés, el poeta del indie

Mar Morález

Mar Morález / L-EMV

Fernando Soriano

Fernando Soriano

En la historia de las infamias culturales más ridículas del mundo, 2024 figurará como el año en que nuestro gobierno autonómico se negó a celebrar el centenario del nacimiento de Vicent Andrés Estellés, el poeta más importante del siglo XX en lengua valenciana. Sectarismo, ignorancia, odio, rédito electoral, inquina, ajuste de cuentas, estupidez. Con un poco de todos esos ingredientes, la ultraderecha ha preparado un brebaje que, como el aceite de ricino en la represión franquista, sólo sirve para humillar a la población que no comparte su abominable ideario y para demostrar quién manda aquí. Aunque les duela, Estellés es parte fundamental de nuestro patrimonio cultural, pero como no se expresaba en castellano, no era adicto al régimen ni ofrendó nuevas glorias a España, huele a pancatalanismo. Qué vergüenza. Otra lamentable fantochada, como la suspensión de las suscripciones a revistas, la retirada del Premi Guillem Agulló o la demencial ley de concordia.

No se amilanen y celebren al poeta de Burjassot. Leyéndolo. Y escuchándolo, por qué no. Si no con su voz, con la de Mar Morález, una banda valenciana que acaba de publicar Una entre tantes, un trabajo donde musican 11 poemas suyos con una mezcla de indie rock, jazz, electrónica y pop alternativo que lo va a convertir en el disco en valenciano del año para disgusto de la carcunda, que teme a los poetas porque son la conciencia de un pueblo. Prefieren silenciarlos. No es casualidad que sea «Silenci», precisamente, la que abre el disco, con su mensaje penosamente actual contra la censura y la obediencia exigida.

«La cancelación del centenario no nos hace sentir incómodos. A lo mejor cierra algunas puertas, pero abre otras ventanas para mostrar la fuerza que sigue teniendo la poesía de Estellés desde la reivindicación. Es un momento propicio para recuperar su figura y, con nuestro disco, esperamos llegar a un público que puede acceder al poeta a través de la música que habitualmente escucha, americana y británica sobre todo, alejada del folk y los cantautores que suelen encargarse de este tipo de proyectos», explica Javier Canales, teclista y compositor de la música.

Ahí tienen «Ací em pariren» para demostrarlo, un trallazo que comienza a lo «Enola Gay» sobre una progresión armónica tomada de Charlie Parker y que coge una fabulosa carrerilla propulsada por una melodía cristalina, galopante, alegre, pinchable, tarareable. Bailable. Otra muestra es «Amorodi», trotona perla de power pop vestida por unos teclados nuevaoleros bien saltarines y otra armonía de esas que se te clavan en el cogote. La tremenda «7+i» huele a los noventas más gloriosos, a saltar con tus adidas rojas mientras suenan Blur o a pedir más besos en aquel bolo de los Rentals o de Stereolab, con sus sintetizadores Moog. «Un entre tants I» es más oscura, tira de after punk con un punto épico, tensionado y vibrante. Sublime, explosiva, un temazo. «Els amants» es carnal, pasional y rítmica, como el bárbaro y elemental revolcón que narra.

«Enviamos las maquetas a la familia del poeta, les pareció una propuesta interesante y comenzamos con el papeleo. El momento más emocionante llegó cuando recibimos el sobre con las firmas dándonos luz verde. Fue entonces cuando grabamos el disco con Paco Morillas en un proceso muy vivo y muy bonito, repleto de experimentación y confianza. Esta es la obra de mi vida», admite Javier, quien ha recuperado para este disco a Pedro Torres y a Emilio Nadal de su antigua banda, Los Canadienses, y ha sumado a Pilar Pérez, espectacular a las voces y las guitarras. 

Todo funciona, todo encaja. Los poemas del «Llibre de meravelles» y la música. Ritmo, acentos, métrica, pausas, colores, palabras, notas y acordes. Hay adornos, pero no disfraces. Fluye natural, puro, denso, fresco y crudo. Como la poesía de Estellés, sintética, directa, destilada, potente. La densidad atmosférica en la solemne, dura y dolorosa «Crit i nit», o los intrincados y voluminosos coros en la tétrica «Salconduit», envueltos en jazz progresivo, dejan claro el compromiso intelectual, moral y artístico que la banda ha asumido en esta valiente apuesta. La música es el amor en busca de palabras y en «Una entre tantes» ha parecido como si los versos exigieran estas notas o ya las llevaran escritas en un código invisible, mutante y emocional que sólo Mar Morález era capaz de revelar.

Mar Morález

Mar Morález / L-EMV