Samuel Navalón muestra sus credenciales en Algemesí

El joven valenciano marca la diferencia en la Semana Taurina por su buena dimensión, llena de oficio, buenas maneras y valor

Todos los carteles de las novilladas de Algemesí

Samuel Navalón pasea la única oreja del festejo

Samuel Navalón pasea la única oreja del festejo / Moisés Castell/Prensa2

Jaime Roch

Jaime Roch

Samuel Navalón, que debutaba en Algemesí, realizó una de las faenas más vibrantes de lo que llevamos de feria, aunque falló con la espada, y mostró sus credenciales en la Setmana de Bous. No salió por la puerta grande, pero el joven nacido en Ayora, aunque criado taurinamente en la Escuela Taurina de Albacete y en la ganadería murciana de Nazario Ibáñez, marcó la diferencia en la feria con su faena en el segundo de la tarde. Sobre todo, por su gran dimensión. Pura dinamita su faena. Y es que el joven nacido en 2004 venía con la hierba en la boca. Es lo que se presupone en un ciclo así, llena de tantísimos niños que se fijan en toreros como él para darle rienda suelta a la libertad de sus sueños. Y él se mostró como un novillero que arreaba con todo. Y arrebata también.

La conexión llegó tras hacerlo todo por abajo y en un palmo de terreno. Lo vio nítido desde el principio, brindó al público y se puso a torear. Destacó el poder del temple. Y la piedra de su valor, esa de pasarse el lomo del novillo por la bragueta y dejarse lamer la taleguilla por los pitones al final de faena. No fue un regalo divino el novillo de Lagunajanda, que empujó en un puyazo corto, pero al que le faltó empuje en la muleta para seguir las telas. Una tanda de naturales reunida y templada fue lo mejor de su labor. Tres circulares seguidos por la espalda también desataron el delirio en los tendidos, tan deseosos de toreo durante toda la feria. Unas bernardinas y varios pinchazos reiterados dejaron su labor en palmas desde el tercio.

Samuel Navalón dibuja un buen derechazo

Samuel Navalón dibuja un buen derechazo / Moisés Castell/Prensa2

Dos vueltas al ruedo

Dos vueltas al ruedo dio en el cuarto, del que paseó una sola oreja tras fuerte petición de la segunda. Aquí, Navalón fijó en la muleta a un novillo con la voluntad de marcharse en todo momento. Muleta planchada en todo momento y, sobre la derecha, crecían las series a la vez que pulía las aristas de la embestida. Hizo otra faena llena de firmeza, en la que derrochó valor frente a un animal que exprimió, obligándole a volver una y otra vez para meterlo en el canasto. Una estocada traserísima dejó el premio en un solo trofeo. Rubén Pinar levantó los puños cuando pasó Samuel por delante en la vuelta al ruedo, señal de felicidad de un amigo que le sigue allá por donde va. Igual que la familia Nazario Ibáñez, al completo en el tendido.

De Diego Basto cabría señalar su voluntad en sus dos novillos. Pero solo eso. Nada más. Anduvo desdibujado con la espada. Brindó su segundo toro al matador de toros valenciano Román, presente en el tendido de sol.

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