Román, 24 horas después de la gesta: "Lloré de impotencia"

El torero de Benimaclet analiza la tarde de su vida tras salir por la puerta grande en la Feria de Fallas: "Mostré mi compromiso con València y con el toreo"

El joven torero posa para la entrevista en el balcón del periódico Levante-EMV.

El joven torero posa para la entrevista en el balcón del periódico Levante-EMV. / Miguel Ángel Montesinos

Jaime Roch

Jaime Roch

«Román, ¿cómo estás? Eres un valiente, enhorabuena por la tarde del domingo», le manifiesta un aficionado en la misma plaza del Ayuntamiento de València después de escuchar la mascletà de la Pirotecnia Tomás en el balcón fallero de Levante-EMV

No hace ni 24 horas de su gesta: el joven torero de Benimaclet cortó dos orejas en la primera corrida de toros de la Feria de Fallas y superó la tarde de su vida a base de entrega y valor frente a seis toros de distintos hierros: «Es una de las mejores tardes de mi vida, sin duda. Ya veremos el recorrido que tiene, pero ha marcado un antes y un después en mi carrera y en mi persona. De hecho, creo que no había tenido esa tarde en la plaza de toros de València de vaciarme como torero y esta sí que ha sido así», destaca con toda la seguridad que encierra su forma de ser. Y es que algo más de 7.000 personas acudieron a verle este domingo y poblaron en casi tres tercios de aforo la plaza de toros de València, un logro nada fácil a principio del ciclo josefino.

Anda dolorido, se le duermen las piernas pero se encuentra feliz sobre el gran vértigo tentacular que supone lidiar seis toros en solitario. Él ha sido el primero que lo ha hecho en la historia de la Feria de Fallas. No pierde la sonrisa -porque la alegría de Román consiste en una vinculante apelación a la vida- y siente el mediodía soleado de València como un regalo: «Qué día más bueno», no deja de repetir mientras disfruta de un paseo por el centro de la capital: «El año pasado solamente vi una mascletà y este año es la primera que veo», declara. Ha pasado media noche en el hospital y asegura que lleva todo el cuerpo amoratado tras los golpes y los dos volteretones que le dio el quinto toro de Domingo Hernández (en una de ellas cayó con todo el peso de su cuerpo en el cuello): «Me hicieron un TAC y salió todo muy bien».

«No sé dónde me voy a poner ahora la castañeta», asegura tras señalarse un vacío en el pelo con una brecha de cinco puntos que se hizo tras el porrazo. 

¿Qué sabor le deja la tarde?

De máxima tranquilidad porque creo que fue una tarde muy emocionante. En la furgoneta, camino a la plaza de toros ya se lo dije a la cuadrilla: pase lo que pase, podemos estar satisfechos y orgullosos porque hemos puesto todo de nuestra parte en estos meses de preparación. Así que no me dejé nada dentro y, al final, eso es lo más importante

Fue todo corazón...

Porque me preparé con el corazón. Esa fue la línea de la tarde, pero también de máximo compromiso, de sinceridad y creo que no hay nada más bonito que una persona entregada. Eso es lo mínimo que se puede pedir.

Cómo definiría esa entrega.

Un compromiso con València y con mi profesión porque matar seis toros en la Feria de Fallas ha sido muy exigente.

Balcón Fallero de Levante-EMV del 11 de Marzo

Román, en el balcón Fallero de Levante-EMV del 11 de Marzo / Miguel Ángel Montesinos

¿Con qué toro se queda? 

Me quedo con el momento de ir a portagayola en el quinto toro. Para mí fue un momento precioso de sentir que la tarde se venía un poco abajo y fui capaz de revertir la situación. Pero no me fui a recibir al toro a los chiqueros para convencer al público, sino porque me apetecía y así me nació de dentro en ese momento.

¿Y el paseíllo?

Ese momento de estar solo fue también muy bonito. Me decía a mí mismo que qué bonito era hacer el paseíllo en solitario para lidiar seis toros. De hecho, he recomendado que lidien seis toros a la mayoría de compañeros con los que he hablado después del festejo porque es lo más bonito que se puede hacer como torero. Solamente me faltó que se escuchara el himno de la Comunitat Valenciana.

Recibió dos fuertes volteretas en el quinto.

Hasta ese momento me vi muy capaz durante toda la tarde. Pero ahí perdí la conciencia completamente, aunque sí sentí que caí muy mal con el cuello. Fue una sensación extraña porque perdí el sentido y no sabía cuántos toros me quedaban ni dónde estaba el presidente. Se me fueron todas las fuerzas. 

Qué entereza...

Al final, el toreo es eso. Son esas sensaciones y sentimientos que aportan magia a la tarde. Quiero decir, muchas veces nos quedamos con las orejas cortadas y para mí no es eso el toreo. Es, por ejemplo, sobreponerse a las adversidades de la tarde. También dejarse llevar, de que el toreo te salga de dentro, de sentir. 

¿Y cómo fue capaz de torear al sexto?

Con el alma. No podía hacerlo de otra forma porque se me dormían los músculos de las manos, también los dedos, y tenía rampas en las piernas. Estaba roto, vacío y la gente creo que también lo sintió así. El toreo al final es sentimiento y emoción y es lo que se vio en la gente.

¿Por qué lloró antes de que saliera ese toro? 

Los toreros somos muy sensibles, pero lloré de impotencia, no me acordaba de lo que había hecho en toda la tarde. Esas lágrimas me salieron de lo más hondo. 

Balcón Fallero de Levante-EMV del 11 de Marzo

El torero junto a Juanma Romero, director de Levante TV, en el balcón Fallero de Levante-EMV del 11 de Marzo / Miguel Ángel Montesinos

La faena al toro de Fuente Ymbro tuvo mucha importancia.

Sí, pensaba que el presidente me iba a dar las dos orejas. Era un animal muy exigente, duro, pero que luego embistió con todo y rompió a bueno. Pero había que sacárselo. Las bernadinas y la forma de matarlo también fueron una declaración de intenciones. Además, el viento me molestó mucho. 

¿Le afectó mentalmente el viento?

La noche anterior no pegué ojo porque en mi habitación soplaba muchísimo viento. Fíjate que llegaba muy tranquilo, muy preparado mentalmente, pero a las tres de la madrugada escuché un vendaval y ya no dormí. Y eso que me descargué una aplicación para el móvil que tienen los surfistas para controlar el nivel del aire.

¿Cómo pasó la mañana previa a la corrida?

Muy tranquilo. Realicé una misa en el Santuario de la Madre de Dios de Montolivete con unos amigos y el cura me decía que, pasase lo que pasase, Dios estaba conmigo. Porque yo estaba muy obsesionado con el viento.