Las cimas de la Feria de Fallas

Roca Rey y Paco Ureña firman lo más destacado de un ciclo que ha contado con grandes toros y ha superado la barrera de los 90.000 espectadores

Roca Rey pasea las dos orejas de "Leguleyo", un toro de Jandilla extraordinario

Roca Rey pasea las dos orejas de "Leguleyo", un toro de Jandilla extraordinario / EFE/Biel Aliño

Jaime Roch

Jaime Roch

La primera impresión que se desglosa del conjunto de la Feria de Fallas es la de un impecable resultado en cuanto a su contenido. Esto es, en su sentido más estricto, una alianza extraordinaria entre los toros y toreros que a lo largo de su programación han pasado por la plaza de toros de València en un total de 12 espectáculos, entre corridas de toros, corridas de rejones, novilladas y festejos populares. Es decir, el ciclo fallero será recordado en los años siguientes por las propuestas emocionantes que se han vivido cada tarde y su gran afluencia de público, hazaña nada fácil después de la pandemia.

Lo más notorio del serial ha sido Andrés Roca Rey. Su reencuentro con València durante dos tardes consecutivas proporciona una especie de alegórico resumen de lo que han supuesto la Feria de Fallas: durante dos días consecutivos, el joven peruano ha puesto el cartel de “No hay billetes”. Dos llenazos, dos. València se ha mostrado como una ciudad en fiesta consecutivamente entregada al toreo, aunque los nuevos justicieros se desvivan en vano por corregir la irredimible realidad. Y es que sobre Roca Rey recae el péndulo respiratorio del toreo, establecido como una pulsación de felices augurios de cara al futuro de la fiesta en la plaza de toros de València.

Así que el joven diestro peruano saldó su primera actuación con una oreja de ley dentro de una mala corrida de Victoriano del Río y, al día siguiente, cortó tres orejas y firmó una faena descomunal frente al tercero de la tarde, de nombre "Leguleyo", un toro de Jandilla extraordinario premiado merecidamente con la vuelta al ruedo. Roca Rey solventó una contienda dificilísima por la bravura del animal y demostró esa tauromaquia que le ha hecho ser el número uno con un concepto reflectante y luminoso, nada opaco, que llega al público directamente como la mascletà del mediodía. Así que el joven peruano se marchó aclamado como el capitán general del toreo en València y lo sacó en hombros su amigo Tomás Páramo entre el clamor de la gente para llevarlo en volandas hasta el hotel paralizando el tráfico por la calle Colón entre vivas y tracas.

Los 90.000 espectadores

Precisamente, ese fin de semana de Roca Rey fue el de mayor afluencia dentro de un serial que ha aumentado la asistencia de público por segundo año consecutivo tras superar la barrera de los 90.000 espectadores. En concreto, han sido 90.942 espectadores en esta edición recién finalizada, unos 5.000 espectadores más respecto al pasado año, según los datos facilitados por la empresa de la plaza de toros de València.

Por la noche, para rematar el fin de semana, fueron los mismos toros de Adolfo Martín los que protagonizaran ‘La Nit del Foc’, el espectáculo popular con el que volvió el ‘Bou embolat’ y que congregó a más de 6.000 personas en los tendidos. Sin olvidar la matinal de rejoneo, que volvió a registrar una grandísima entrada con más de 6.000 personas en los tendidos para disfrutar del toreo a caballo de Sergio Galán, Lea Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza.

València aclama a un descomunal Roca Rey, que corta tres orejas en la Feria de Fallas

J. Roch

Por su parte, Paco Ureña firmó la otra cumbre de la feria con la faena de su vida el día de san José. Unos naturales tan desgarrados, tan cristalinos, tan rotundos salidos desde la profundidad de su ser también desataron la locura. Pinchó y se fue andando, pero en el recuerdo siempre quedará el áspero flujo de su pureza, incómoda por momentos, hiriente en el tendido como el filo de una navaja y surgida con la belleza total de su hondura.

De la feria tampoco nos olvidamos de las cuatro o cinco verónicas de Juan Ortega. El toreo surgía de la palma de sus manos y se reducía a cámara lenta gracias al resorte lánguido de sus muñecas de oro, sin absolutamente ninguna brusquedad, bañadas todas ellas con un temple excepcional. Ni de las verónicas de Morante y su faena exquisita.

El debut de Borja Jiménez también fue brillante, con ese aire de torero valiente y con garra, a todo corazón, a máxima entrega, a toda su ambición, que un día fue santo y seña de la figura que universalizó el pueblo en el que él mismo nació: Juan Antonio Ruiz “Espartaco”.

Un extraordinario natural de Paco Ureña en València

Un extraordinario natural de Paco Ureña en València / LITUGO / NAUTALIA

La gesta y el gesto del valenciano Román el 10 de marzo frente a los seis toros también marcó la diferencia en la Feria de Fallas: a base de entrega, de épica, de corazón y hasta de lágrimas, logró conquistar la puerta grande.

Sin olvidar la proyección de novilleros como Alberto Donaire, Samuel Navalón, Jaracho, Zulueta o el valenciano Nek Romero, quien volverá a hacer el paseíllo en la novillada del 11 de mayo.

Los toros de la feria

Además, en la feria se han lidiado grandes toros. A “Leguleyo” de Jandilla habría que sumar a "Subersivo", de la misma ganadería y que le tocó en suerte a Manzanares; "Puntero" y "Poderoso", de Juan Pedro Domecq; "Patrón" o "Tomatillo", de Montalvo y que le tocaron en suerte a El Fandi; o, en la encerrona de Román, "Sacacuartos", de Fuente Ymbro; o “Zamorano”, de Luis Algarra. Todos ellos ofrecieron emoción y dieron, con mayor o menor opción, posibilidades de triunfo a los toreros.

Quizá, por la lidia de todos ellos y el honor de su bravura derrochada en el ruedo, la Feria de Fallas ha tenido episodios de tan emocionante singularidad que tardarán en ser olvidados por la afición. Y no hay mayor grandeza que esa en la fiesta taurina: la conquista de la posteridad.  

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